Valentín Paniagua: Una semblanza*
Se trata de un escrito que busca el eco de los que conocieron a don Valentín, mientras él agitaba su esperanza de seguir viviendo para seguir sirviendo al País, desgraciadamente, la muerte le llegó y hoy extrañamos su presencia.
La inoportuna, irresponsable y macabra información que hace unos días llegó al Congreso, en el curso de una sesión importante, anunciando el fallecimiento de tan ilustre personalidad, Don Valentín Paniagua- Valentín para amigos y correligionarios- causó de súbito conmoción y tristeza profunda mientras la noticia corría el mundo.
No creo muy justo echarle toda la carga de esa
irresponsabilidad al heraldo ocasional,
un amigo y correligionario de Don Valentín. Creo que cualquiera se hubiera
perturbado por la noticia, pues las circunstancias nos tuvieron y nos tienen en
vilo respecto a su delicado estado.
Valentín Paniagua, persona marcada por el destino para
llevar a efecto grandes obras en beneficio del colectivo, amerita un recuerdo,
un deseo, una oración y una voluntad colectiva de sumar todas las energías
positivas a favor de su recuperación.
Por eso no voy a presentar el gran escenario que ofrece su currículo y
quiero más bien hacer una semblanza de
él sobre tres atributos que considero esenciales en su personalidad. Estos son:
honorabilidad, convicción profunda en el futuro de su patria y comprobada
vocación de servicio.
Honorabilidad
Valentín Paniagua se cultivó en una familia cuzqueña
de profunda fe cristiana-católica practicante. Allí aprende y ejercita los
valores de honestidad, respeto a los derechos de los demás, la responsabilidad
por sus propios actos, la consideración de la familia como la célula básica de
la organización social. Su trayectoria de vida es muestra de la consecuencia
personal con estos valores y, sobre
todo, del respeto a la palabra empeñada, virtud no frecuente en la clase
política encadenada con los compromisos emergentes con el éxito.
Convicción profunda y sólidos
principios
Valentín Paniagua desarrolló sus cualidades de
liderazgo en la vida estudiantil universitaria, en cuyos tiempos lideró una
corriente de lucha por los supremos valores de la libertad y de la verdad
científica.
El movimiento estudiantil de la segunda mitad de 1950
tuvo que protagonizar la insurgencia
contra la dictadura militar que presidió el
General Manuel A. Odría, quien finalmente transfirió la presidencia
al Dr. Manuel Prado en 1956.
Valentín Paniagua concibió la vida universitaria como
un ágora de formación democrática y de búsqueda de la verdad científica,
recusando toda clase de fanatismos y totalitarismos. Defendió la autonomía
universitaria como una garantía para el desarrollo científico, lejos de las
presiones ideológicas de afuera y de adentro. Llegó así a presidir la
Federación de Estudiantes del Cusco y fue electo vicepresidente del V Congreso
Nacional Extraordinario del Cusco en 1960.
En la vida estudiantil, Paniagua afirma sus aptitudes
de líder político y trasciende los claustros universitarios, calando en el alma
del pueblo como actor y portador del mensaje evangélico de justicia
social. Así, en 1963 es electo diputado por el Cusco como
integrante de la lista de la Alianza Acción Popular-Democracia Cristiana y el
presidente de la República, Don Fernando Belaunde, le confió el Ministerio de Justicia. En 1980
fue electo diputado por Lima como militante y dirigente de Acción Popular y en
1984 ejerció como Ministro de Educación.
Así, con una trayectoria exitosa y después de un
período de hibernación política, no de acción social, volvió ya en el 2000 al
Congreso de la República y, obediente al mandato constitucional, asumió la
presidencia de la República en momentos muy críticos para el gobierno del país,
conduciendo el proceso de democratización de modo exitoso como ya lo
testimonian las generaciones de hoy y, así, lo hará la historia nacional.
Vocación de servicio
Como hombre honorable y de convicciones profundas,
Valentín Paniagua hace de sus actividades una misión de servicio. Tres sectores
de su actividad dan testimonio de este atributo: En lo político, en lo
profesional y en la docencia.
Valentín Paniagua, el político, sostuvo y sostiene que la vida política de la nación
debe organizarse sobre orientaciones programáticas que han de sustentarse por
los partidos políticos, organizaciones necesarias para el funcionamiento del
sistema democrático. Por eso, siempre en un contexto cristiano occidental ha
venido actuando como hombre de partido, militando en Acción Popular del que fue
su secretario general, en cuyo ejercicio sacrificara sus horas de descanso y
hasta las delicias de la vida de hogar.
Valentín Paniagua, el profesional, abogado de
vocación, ha destacado en el campo del Derecho Constitucional y del
Administrativo patrocinando causas en las que logró con el esfuerzo de sus conocimientos científicos y
el dominio de la técnica jurídica la reparación del daño ocasionado a individuos
e instituciones; como fuera el caso de la declaración de inconstitucionalidad
de la Ley de Corporaciones y la del
Decreto Legislativo 817.
Valentín Paniagua no conserva para sí solo los
conocimientos y experiencias logrados y ejerce con generosidad la docencia
universitaria y, más allá de los simples deberes contractuales, se da de sí y
transmite con eficiencia la capacidad de desarrollo intelectual que modela al futuro profesional o
científico. Esto le ha valido el reconocimiento de instituciones dedicadas a la
investigación científica y a la formación profesional, las que le concedieron
el doctorado Honoris Causa como la dignidad de profesor honorario de esas casas
de estudio.
Exaltación
Unamos hoy nuestros corazones y solidaricemos nuestros
espíritus con la familia y la persona de Valentín, maestro, profesional de
excelencia, político, ex presidente de la República y, sobre todo, persona
sencilla y amigo, cuyo testimonio político ha trascendido las fronteras de su
patria y ha sido reconocido por las repúblicas hermanas de Argentina, Colombia,
Bolivia y Chile.
Con este motivo, haga fuerza espiritual la generación de la cual Valentín Paniagua es
una de sus expresiones y paradigmas, generación que, desde distintas
colectividades políticas, lucharon con generosidad y desinterés por una universidad
autónoma, libre, al servicio de la ciencia y del desarrollo nacional y por una
patria digna y con justicia social.
*De Guillermo G. Guerra Cruz. (2012) SOCIOLOGÍA POPULAR. Trujillo-Perú.
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