JURAMENTOS, GESTIÓN Y REALIDAD*
La Universidad – me refiero a la Universidad en su versión occidental-
se concibió siempre como la asociación del profesor con el discípulo, para cuya
concepción no requirió de estatuto o de ley alguna que le confiriese esta
naturaleza, porque ello le era natural y las Leyes, en el Perú, por lo menos en lo que a la
legislación nacional se refiere, así lo han reconocido desde aquél Estatuto que
se dictara por la Ley 10555, llamada la Ley Sánchez, en mención al maestro Luis
Alberto Sánchez, el que perfiló en el
Perú el real y verdadero sentido social de la Universidad, rescatándola de la
enana visión en la que la Ley de Educación de entonces la secuestrara.
Democracia, esencia universitaria
Esa visión imprime en la Universidad una esencia democrática, que impone
a sus miembros la obligación de ejercerla con responsabilidad, generosidad y
constancia. Responsabilidad porque la universidad debe cobrar conciencia que es
la orientación pensante y reflexiva del acontecer social. Generosidad, porque
debe estar dispuesta a dar más que a recibir, a comprender, más que a ser
comprendida. Constancia, porque la
Universidad no debe reposar y ha de mantenerse en un permanente hacer, atenta a
las necesidades de su entorno, no desmayar en el trabajo arduo y profundo para
poder elaborar el conocimiento y los mecanismos de orientación del progreso y
desarrollo de su colectividad y de la ciencia, en general, corriendo delante de
los retos que la vida y la sociedad imponen.
Estamos conscientes que nos toca una gestión difícil (2000 a 2005), en
momentos difíciles. Para nadie es un secreto que el País vive una recesión y
una crisis que esperamos sea de desarrollo, como país, política y
económicamente adolescente y dependiente. Debemos buscar caminos viables en un
mundo globalizado y adoptar mecanismos que, sin renunciar a los beneficios de
la globalización, coadyuven a frenar sus efectos negativos, particularmente en
lo social y en lo económico. Nos corresponde una seria, muy seria
responsabilidad, en los cambios que el País reclama, desarrollando y ayudando a
desarrollar una actitud pensante y orientadora, desde nuestra posición de
miembros de los estamentos que hacen la organización universitaria. Debemos
entender que democracia sin disciplina es desorden y anarquía; como también,
democracia sin justicia es oligarquía y prepotencia.
Más allá del individualismo
Nos toca una gestión, durante la cual debemos convencer a los estamentos
que tienen la dirección del País, que la Universidad Privada Antenor Orrego es
una institución de servicio; es una organización privada de naturaleza social,
que sólo se distingue de las Universidades del Estado, en que en éstas, los
costos se cubren con el esfuerzo del Tesoro Público, mientras que en la
Universidad Privada Antenor Orrego, como empresa social autogestionaria, los
costos se cubren con el esfuerzo de la sociedad civil que recibe sus servicios
y el servicio que presta es de la misma naturaleza del que se da en las
Universidades del Estado. Por estas razones, el Estado tiene la obligación
constitucional de apoyar al desarrollo de este tipo de universidades que no
cargan los presupuestos públicos, que lo sustituyen en las obligaciones que
constitucionalmente le corresponde y que generan un activo social.
Cooperación de lo público y lo privado
El Estado tiene el ineludible deber constitucional de proporcionar ayuda
para los jóvenes talentosos que no desmayan en el logro de sus objetivos y de
convenir, alianzas estratégicas para que los estudiantes de la Upao y delas universidades responsables puedan acceder a los diversos servicios del Estado:
hospitales, centros educativos, servicios judiciales, administrativos y
empresariales; siempre, en beneficio de su formación profesional; así como de
la investigación científica, dirigida al desarrollo del País, de la extensión
universitaria y de la proyección social,
cuyo objetivo es promover a las poblaciones menos favorecidas en la
distribución de la renta nacional. Será pues acción y virtud de la comunidad
orreguiana, de la colectividad del norte del País y del Estado el impulsar el
crecimiento y el desarrollo sostenido de esta Empresa social de servicios
educativos y culturales.
Compromiso de Honor
Por eso, en esta ocasión, propicia para exponer los lineamientos de
acción para la gestión que nos corresponde dirigir, debo; sin embargo,
relevarme de ello, y concretarme en
reiterar nuestro compromiso con la colectividad; con la comunidad orreguiana;
con la juventud estudiosa, cuyas esperanzas y anhelos, son y serán nuestra
preocupación e invocar la asistencia de los manes de todos aquéllos que
ofrendaron su vida entera por hacer de la Universidad latinoamericana el ágora
de expresión autónoma del pensamiento libre, en un modelo dinámico, comunitario
y social; de los manes de nuestro primer Rector y de los colegas que nos
precedieron en este valle de lágrimas y, finalmente, confiar en que el espíritu
de Antenor Orrego nos ilumine y el Todopoderoso nos brinde su ayuda generosa,
para conducir una gestión solidaria y justa para todos.
* Extraído del libro: Guillermo G. Guerra Cruz (2012) Testimonio de una gestión en una gran Universidad. Trujillo-Perú.
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