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El presente Blog incluye escritos jurídicos, educacionales y comunicológicos de mi producción intelectual, como tmb escritos de otros autores.






miércoles, 20 de febrero de 2013

GOBERNABILIDAD, DISCURSO Y DEMAGOGIA



Gobernabilidad, Discurso y Demagogia

Quienes reciben el mandato del pueblo para ejercer el gobierno, sea nacional,  regional,  local o institucional, deben asumir una posición docente y ejemplar, pues los gobernados estarán atentos a sus comportamientos y a sus expresiones. Esto es también válido para quienes ejercen función o servicio público.
La continuidad

No existe razón para iniciar o desarrollar una gestión amenazando a los gobernantes y funcionarios de la gestión anterior; pues, es elemental que los nuevos deben empezar por conocer la situación con seriedad y responsabilidad, tomando como referencia los exámenes de control o contralor oficiales, continuando con el proceso, adecuando los planes que seguramente  presentaron como propuesta de gobierno y administrando las obras en curso. Peor resulta enfrascarse en una cacería de brujas, deformando hechos que se encuentran en proceso y hasta pretendiendo desconocer los informes de las inspectorías o auditorías internas y externas  presentando como malo lo que en la forma y en el fondo es de beneficio institucional, conforme a los procedimientos que lo originaron. Es claro que si se encontraran errores, habrá corregirlos, antes de despilfarrar recursos institucionales y tiempos de trabajo que deben centrarse en la problemática que toda gestión debe asumir como tarea primordial. El pueblo espera se aborde la solución de los problemas y la satisfacción de las necesidades públicas o institucionales y no, un pugilato entre personas o colectivos de los que son y los que fueron.  

Cualquiera fuera el espacio de gobierno o de Administración,  hay que reconocer que la vida institucional no comienza con la llegada del nuevo titular; peor aún, si ese nuevo fue ya parte del gobierno que se fue, cualquiera hubiera sido su posición: De cogobierno o de oposición. 

La comunicación

Es conveniente la comunicación directa de los responsables de gobierno con el pueblo organizado y, en este caso, los recursos oratorios deben ser directos y serios, presentando la gestión con sencillez en lenguaje común y coloquial, evitando el  insulto o  la burla de los contrarios; porque ello le descalifica y menos recurrir al lenguaje que refleje soberbia y limitaciones de conocimiento.

Al inaugurar obras nuevas se debe conducir  el entusiasmo con un sentido positivo, antes de criticar a ciegas acciones anteriores. En el Perú, resulta comprensible la molestia de individuos y colectivos ante el desliz reciente del presidente Humala al presentar una obra de instalación de agua potable, desconociendo las obras del mismo tipo de gobiernos anteriores, pues ello rebela total desconocimiento de la realidad nacional, dando la impresión de haber vivido fuera del país sin comunicación alguna y, peor, haciendo mofa de la figura anatómica de las personas, como referirse a la “panza” de los gobernantes anteriores, lanzar la acusación cerrada contra ellos de no haber hecho nada por el pueblo, presentándose como el nuevo redentor de las clases menos favorecidas por las obras públicas. ¿Ellos? Quien recuerde a los presidentes desde 1980 al presente, parece referirse sólo a uno y eso le pone en condiciones de carencia de coraje para señalar a quién quiso referirse. ¿Quiso hacer un chiste? ¿Quiso motivar una confrontación política?  ¿Fue simplemente un disparo al aire o un desliz inocente? Sólo él y sus asesores en relaciones públicas, lo saben.

Más allá de la demagogia

En todo caso, comunicaciones de ese tipo exceden la demagogia; pues ésta ya fue con las ofertas que el entonces candidato Humala lanzara en  la campaña, como prometer modificar la Constitución para acercarla más a lo social,  readecuar las instituciones del Derecho laboral en garantía del trabajador, cada vez más desamparado, hasta en la más sensible seguridad social y redireccionar la educación, rescatándola de la cosa de comercio o de disimulo social y devolviéndola, sin duda alguna, a la cosa de servicio público con todas sus consecuencias. Esas fueron grandes mentiras, porque de ello no hay nada hasta el momento y ni siquiera una justificación, como la de cambiar el rumbo del modelo político-económico.

No hay que olvidar que respetos guardan respetos y la juventud de hoy requiere tener el testimonio de quienes ejercen la función de gobierno, esperando coherencia entre el discurso y la acción.

martes, 5 de febrero de 2013

DEMOCRACIA, GOBERNABILIDAD Y SOLIDARIDAD


DEMOCRACIA, GOBERNABILIDAD Y DISCIPLINA

La democracia, como opción de organización del Estado,  si no resulta la que desearían muchos, es el mejor modelo que por el momento tenemos y, aquí, no se trata de apoderamientos exclusivos  si es propio de izquierda o de derecha, porque estas calificaciones van resultando equívocas o ambiguas, al punto de que en algún momento se acuñó la expresión de izquierda democrática. Es un asunto de adaptación a la realidad cultural e histórica de cada país que la adopte. Un aspecto álgido en su organización son las instituciones que garanticen su estabilidad en función de la gobernabilidad y se genere  dinamismo en las relaciones dialécticas de pueblo y eficiencia gubernamental.

De acuerdo a las modernas corrientes se adapta el modelo de democracia social y se suma el atributo de constitucional y funciona sea en un Estado unitario o federal, con las variaciones consiguientes.  Lo democrático es lo político, la conjugación de la voluntad popular para la constitución de los titulares de gobierno, es decir,  representatividad.  Lo social tiene que ver con el equilibrio en la distribución de la riqueza, la seguridad del bienestar, de modo que todos los miembros individuales de la organización social puedan gozar de una buena calidad de vida.

Quiero poner la atención en el atributo de representatividad, que permite a los miembros de las colectividades nacional, regional y municipal elegir a los titulares de los órganos máximos de gobierno  y exige la creación  y desarrollo de mecanismos para el control del ejercicio de los elegidos  y la protección de los derechos de ciudadanos, paisanos y vecinos.

Ese derecho de elegir debe compadecerse con el de responsabilidad individual u orgánica. Individualmente, se tiene que responder al concepto de libertad y de conciencia. Cada elector debe ser consciente de que el destino colectivo depende de lo que está decidiendo en las urnas y no dejarse arrastrar por la propaganda o las prebendas. Orgánicamente, es un asunto de organización de auténticos partidos políticos que respondan a una doctrina,  desarrollen una ideología y programas de gobierno de los que asumen responsabilidad, encauzando de este modo la libertad individual de elección. Pero, al fin, estará siempre presente la responsabilidad individual.

Constituidos los órganos de gobierno, los responsables de los mismos han de conducir la gestión en el marco de la ley y de los compromisos, dejando los intereses individuales y afirmarse en los principios de servicio a la Nación, para lo cual requieren del apoyo del ciudadano, paisano o vecino. Esto, sin embargo, es muy complicado, pues al fin la sociedad no es un homogéneo; sino, un heterogéneo de intereses y cada cual quiere jalar hacia los suyos y, si no; entonces, la amenaza de la revocatoria o simplemente la generación de violencia para que los titulares elegidos y juramentados dejen sus puestos para repetir el proceso de elección. Por otra parte, hay pueblos con una cultura política muy sólida y otros en desarrollo o incipiente de modo que la democracia puede operar como una autocracia; pues quien tenga el poder podría manipular o direccionar la voluntad popular en su propio beneficio.

La revocatoria es una  institución que quiere gratificar el ejercicio democrático y no puede ponerse al servicio de los intereses de unos cuantos, quienes, luego por el ejercicio de la propaganda y valiéndose de todos los medios hacen una caricatura de los gobernantes y se convierten en una especie de salva vidas para los perdedores de las elecciones o para los funestos intereses, financistas de la revocatoria; maltratando de este modo la posibilidad de la gobernabilidad que ha de garantizarse desde los resultados de las elecciones hasta el final de la gestión.

La institución de la revocatoria debe fundarse en causales sustanciales, relativas a los programas de gobierno o defenestraciones graves de la ley y de la ética, debidamente expuestos por órganos especializados del control gubernamental o de decisiones judiciales,  caso contrario, todo gobernante que quiera poner orden y defender los intereses colectivos y enfrentarse a las mafias, tocando sus intereses, ha de exponerse a la rabia de los que siempre aprovecharon del desorden, cuyo mantenimiento buscarán sin importarles el país, la región o el municipio.

En la vida de un país hay momentos muy difíciles que los gobiernos en ejercicio deben afrontar; pero ello no sólo es posible como acción de los titulares del gobierno; sino que es tarea de todos los miembros del Estados, es decir de la nación y ello es sumamente difícil y dependerá de la tradición de los pueblos y de la solidez de la ética de las gentes del gobierno.

La crisis en el mundo occidental es esa prueba de fuego a las circunstancias que exponemos. Como puede suceder en las familias, todos tendrán que ajustarse el cinturón y no sólo las clases que sufren siempre y ello exige el máximo de solidaridad y de responsabilidad.