Gobernabilidad, Discurso
y Demagogia
Quienes
reciben el mandato del pueblo para ejercer el gobierno, sea nacional, regional,
local o institucional, deben asumir una posición docente y ejemplar,
pues los gobernados estarán atentos a sus comportamientos y a sus expresiones.
Esto es también válido para quienes ejercen función o servicio público.
La continuidad
No
existe razón para iniciar o desarrollar una gestión amenazando a los
gobernantes y funcionarios de la gestión anterior; pues, es elemental que los
nuevos deben empezar por conocer la situación con seriedad y responsabilidad,
tomando como referencia los exámenes de control o contralor oficiales, continuando
con el proceso, adecuando los planes que seguramente presentaron como propuesta de gobierno y
administrando las obras en curso. Peor resulta enfrascarse en una cacería de
brujas, deformando hechos que se encuentran en proceso y hasta pretendiendo
desconocer los informes de las inspectorías o auditorías internas y
externas presentando como malo lo que en
la forma y en el fondo es de beneficio institucional, conforme a los
procedimientos que lo originaron. Es claro que si se encontraran errores, habrá
corregirlos, antes de despilfarrar recursos institucionales y tiempos de trabajo
que deben centrarse en la problemática que toda gestión debe asumir como tarea
primordial. El pueblo espera se aborde la solución de los problemas y la
satisfacción de las necesidades públicas o institucionales y no, un pugilato
entre personas o colectivos de los que son y los que fueron.
Cualquiera
fuera el espacio de gobierno o de Administración, hay que reconocer que la vida institucional
no comienza con la llegada del nuevo titular; peor aún, si ese nuevo fue ya
parte del gobierno que se fue, cualquiera hubiera sido su posición: De
cogobierno o de oposición.
La comunicación
Es
conveniente la comunicación directa de los responsables de gobierno con el
pueblo organizado y, en este caso, los recursos oratorios deben ser directos y
serios, presentando la gestión con sencillez en lenguaje común y coloquial,
evitando el insulto o la burla de los contrarios; porque ello le
descalifica y menos recurrir al lenguaje que refleje soberbia y limitaciones de
conocimiento.
Al
inaugurar obras nuevas se debe conducir
el entusiasmo con un sentido positivo, antes de criticar a ciegas
acciones anteriores. En el Perú, resulta comprensible la molestia de individuos
y colectivos ante el desliz reciente del presidente Humala al presentar una
obra de instalación de agua potable, desconociendo las obras del mismo tipo de
gobiernos anteriores, pues ello rebela total desconocimiento de la realidad
nacional, dando la impresión de haber vivido fuera del país sin comunicación
alguna y, peor, haciendo mofa de la figura anatómica de las personas, como
referirse a la “panza” de los gobernantes anteriores, lanzar la acusación
cerrada contra ellos de no haber hecho nada por el pueblo, presentándose como
el nuevo redentor de las clases menos favorecidas por las obras públicas.
¿Ellos? Quien recuerde a los presidentes desde 1980 al presente, parece
referirse sólo a uno y eso le pone en condiciones de carencia de coraje para
señalar a quién quiso referirse. ¿Quiso hacer un chiste? ¿Quiso motivar una
confrontación política? ¿Fue simplemente
un disparo al aire o un desliz inocente? Sólo él y sus asesores en relaciones
públicas, lo saben.
Más allá de la demagogia
En
todo caso, comunicaciones de ese tipo exceden la demagogia; pues ésta ya fue
con las ofertas que el entonces candidato Humala lanzara en la campaña, como prometer modificar la
Constitución para acercarla más a lo social, readecuar las instituciones del Derecho
laboral en garantía del trabajador, cada vez más desamparado, hasta en la más sensible
seguridad social y redireccionar la educación, rescatándola de la cosa de
comercio o de disimulo social y devolviéndola, sin duda alguna, a la cosa de
servicio público con todas sus consecuencias. Esas fueron grandes mentiras,
porque de ello no hay nada hasta el momento y ni siquiera una justificación,
como la de cambiar el rumbo del modelo político-económico.
No hay que olvidar que
respetos guardan respetos y la juventud de hoy requiere tener el testimonio de
quienes ejercen la función de gobierno, esperando coherencia entre el discurso
y la acción.
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