Bienvenido a "Mi Celda"



El presente Blog incluye escritos jurídicos, educacionales y comunicológicos de mi producción intelectual, como tmb escritos de otros autores.






miércoles, 25 de diciembre de 2013

RECORDANDO AL PRESIDENTE DON FERNANDO BELAUNDE TERRY



ESTIMADOS CIBERNAUTAS: 
INCLUYO ESTE ARTÍCULO DE CÉSAR HIDEBRAND Y LO SUSCRIBO EN TODA SU EXTENSIÓN.
COMENTARIO: 
DESGRACIADAMENTE, LA PASIÓN EN LA POLÍTICA ENCEGUECE, COMO CUALQUIER OTRA PASIÓN Y ELLO, EN ESPECIAL, EN LA CONTIENDA POLÍTICA NO PERMITE VER LO POSITIVO; PUES ENFOCA MÁS LO NEGATIVO Y SE AHOGA EN EL PROTAGONISMO. ESTO SUCEDIO CON LAS FUERZAS POLÍTICAS QUE ACOMAÑARON A DON FERNANDO Y PEOR CON LOS QUE, ENTONCES, SIEMPRE ESTUVIERON EN OPOSICIÓN, TANTO EN SU PRIMER GOBIERNO (1963-1968), COMO EN EL SEGUNDO (1980-1985).ÉSTOS ÚLTIMOS, HOY, FUERZAS POLÍTICAS EN MINORÍA EN EL ACTUAL CONGRESO (2011-2016) SE QUEJAN AMARGAMENTE DE LA POSICIÓN MAYORITARIA DE OTRAS FUERZAS POLÍTICAS; PERO, ENTONCES, HACIENDO USO Y ABUSO DE SU POSICIÓN MAYORITARIA,   NO LE DIERON PAZ A DON FERNADO Y CENSURARON MINISTROS POR NIMIEDADES Y HASTA CON TRAMPAS. BUENO, MUCHAS COSAS DE LA VIDA SON ASÍ, HASTA QUE EMPEORAN.

Guillermo G. Guerra C.  


!Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde!
Recordando a Belaunde Terry

César Hildebrandt

No fui justo con Fernando Belaunde Terry. No fuimos justos. No le



perdonamos nada.

Y ahora que la política peruana parece a veces un muladar es bueno
recordar lo mejor del legado de Belaunde: su probada honradez, su
incapacidad para la rapiña.

Belaunde murió en un departamento de 50,000 dólares que, años atrás,
había comprado Violeta Correa, la compañera de toda la vida.

Belaunde había vendido su casa de Inca Rípac, en Jesús María, y había
hecho lo mismo con su departamento playero en la playa La Honda. Parte
de ese dinero se lo había ido gastando en pequeños gustos y con lo que
quedó -más la ayuda de algunos populistas- había accedido a un
departamento mesocrático, amoblado sin ninguna demasía.

Pero pasada su segunda presidencia, más que octogenario, vendió esa
última propiedad, obtuvo por ella 90,000 dólares y repartió ese dinero
entre sus tres hijos. Sabía que la muerte lo había empezado a rondar.

Por esos años, Violeta había recibido una escueta herencia. Con ese
dinero –unos 50,000 dólares- compró el piso donde ambos vivirían lo
que les quedaba de vida y donde ella se moriría –porque la muerte
siempre es una traición- antes que Belaunde.

Dicen que Belaunde jamás pensó que sobreviviría a quien había sido la
mujer que lo sacó de la pena y lo liberó de la sonrisita limeña. Dicen
que quedó devastado y que miró la muerte como un modo de reunirse con
Violeta. En el entierro de su mujer, el arreglo floral que le dedicó
tenía encima una tarjeta sencilla con una sola frase escrita con
caracteres de anuncio: “¡Espérame!”

De Belaunde se puede decir que no hizo esto y que omitió aquello, que
permitió la proximidad de los PPK y las mañas de Ulloa y las
representaciones de Rodríguez Pastor. Se puede decir también que “la
conquista del Perú por los peruanos” sonaba a campanario antiguo y a
tautología de bandera. Y hasta puede decirse que con Belaunde el arte
de cerrar los ojos a la realidad adquirió ribetes de tragicomedia. Le
sucedió cuando llamó abigeos a los guerrilleros de los 60 y cuando
reincidió en algún adjetivo bandoleril en el momento en que Sendero
asomó su sangrienta pezuña.

Pero también habría que decir –y no se dijo a tiempo, no lo supimos
decir a tiempo- que Belaunde reivindicó la serenidad del centro, la
naturalidad del justo medio, el pragmatismo tranquilo del sentido
común. Porque este hombre de modales pensados y hablares de lavanda
jamás fue tentado por ningún extremo. La mesura fue su gran pasión.

Y lo más importante: Belaunde no tocó un centavo del tesoro público,
no se hizo rico en la presidencia de la República, no se ensució en
contabilidades invisibles ni firmó declaraciones juradas plagadas de
mentiras.

Y hoy que la política peruana consagra la impunidad y azuza el saqueo
-desde los pollos de un pobre diablo llamado Anaya hasta los negocios
de aguas servidas próximos a consumarse en lo de Taboada-, hoy es
preciso decirle a los jóvenes que la política de este país supo
también de gente decente que llegó al poder sin dinero y salió del
poder sin dinero. Sin dinero pero con honor.

Y es bueno que lo escriba un periodista que fue implacable con
Fernando Belaunde. Un periodista que hoy extraña a rabiar esa
perseverancia en el decoro que hoy agiganta su figura

lunes, 23 de diciembre de 2013

NAVIDAD SIN JESÚS



NAVIDAD SIN JESÚS

Si bien las Pascuas de Navidad son una fiesta religiosa que convoca a la cristiandad a recordar la encarnación del Salvador, surge la inquietud de asegurarse de que efectivamente esto es así o simplemente son días o momentos festivos para el reencuentro familiar o para la expresión sentimental o de gratitud o de hacerse presente a la clientela o a quien se considera nos podría alcanzar algún beneficio. En fin, de todo hay y ello no tiene por qué  ser recusable. Lo que si estaría fuera del momento es que dejemos de lado a quien debe ser el centro de la atención, a Jesús, hijo de María y Dios hecho carne, participando de la humanidad, objeto de redención y en este sentido, de él mismo, como hombre puesto sobre la tierra con una sagrada misión: morir como sacrificio de redención.

A veces sentimos que estamos olvidando esa razón fundamental  y en vez de encontrarnos con el cántico angelical de “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” percibimos los afanes de codicia o de solaz en la vanidad, convocando en los niños el afán del regalo más valioso y a los adultos, aprovechando el momento de sentirse mejor que el vecino con sus sofisticados adornos o exhibiendo los más valiosos obsequios. Después de todo, son expresiones de la naturaleza humana y si ello conlleva buena fe y autenticidad; así sea, pero siempre que de alguna forma no olvidemos compartir algo de lo nuestro con el menesteroso y sin caer en el solaz de la “caridad”, sí, con el reconocimiento de nuestro deber de solidaridad y convocando la razón de la festividad, símbolo de la modestia, de la paz y del perdón.

Hoy, somos más atraídos por la magnificencia del “árbol de navidad” con el resplandor de sus luces y sus dibujos extraños, No se trata de un algarrobo o de una palmera o de uno de aquellos que identifican a nuestros pueblos; no, sino, de un pino, propio de otras realidades y expresión de alienación que nos aleja de nuestra identidad. Peor todavía, presentado lleno de algodones semejando caída de nieve, suceso de otras realidades.

En fin, todo ello, me  lleva a sentir que cada vez estamos más lejos de convocar la esencia de la navidad con Jesús, dejando en segundo plano el recuerdo de su encarnación, danzando alrededor de un árbol extraño y ya no de los nacimientos que procuran plasmar los portales de Belén,  la alegría de los pastores  y el homenaje de los reyes magos.

Sean nuestros deseos de que estos días convoquemos la solidaridad y la afirmación de nuestros deberes y responsabilidades para con nosotros y con los demás.

Que en estas fiestas se sigan luciendo los pinos, llenos de adornos y de luces o de estrellas brillantes, lo importante será lo que  tenemos en el espíritu y elevemos nuestras mentes al sublime misterio de la encarnación. Quienes no crean en esta agonía cristiana y ni siquiera en religión alguna, se les mueva el corazón y se acerquen a los niños, como un homenaje a la humanidad en la inocencia. 

Por mi parte, no he podido traer un algarrobo, ni una palmera, de modo que en casa se han tenido que conformar con un pino artificial, con sus bombillas y sus estrellas, sobresaliendo el nacimiento, como el símbolo del sublime misterio.    

sábado, 21 de diciembre de 2013

APOYEMOS AL PAPA FRANCISCO


 

¡Católicos, CRISTIANOS Y HUMANISTAS Cibernautas!
¡Apoyemos a Francisco para terminar con esa desdichada organización de oscuro poder en el fondo del Vaticano y que poco o nada tiene que ver con la fe y sí con el miedo, como sucede con cualquiera tiranía, donde quiera ésta se encuentre, sea en la Iglesia, como en los Estados o en las Instituciones de diversa índole.

¿Y SI EL PAPA LA ABOLIESE DE UNA VEZ?
 
Juan Arias para EL PAIS (España)
El teólogo alemán Hans Kung acaba de alertar en este diario que la piedra en el zapato del papa Francisco, en su esfuerzo para devolver a la Iglesia a sus orígenes, podría estar escondida en el lúgubre palacio vaticano de triste memoria, situado en la plaza de San Pedro y que alberga la poderosa Congregación para la Doctrina de la Fe.
  
Se trataría del actual Prefecto de dicha Congregación, el alemán Ludwig Müller, colocado allí por el anterior pontífice Benedicto XVI. No sé cuantos cristianos han tenido conocimiento de un grave episodio reciente en el que Müller llegó a amonestar al papa Francisco por unas declaraciones suyas acerca de la posibilidad de que los cristianos divorciados y casados pudieran ser admitidos de nuevo a los sacramentos.

El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe le recordó nada menos que al Papa que no se puede cambiar la doctrina católica.

Llevo muchos años siguiendo el camino a zigzag de la Historia del papado y de la Iglesia, que se mueve entre conservadurismo y algunos atisbos de renovación. Y no recuerdo nada semejante.

La gravedad de haberse hecho pública esa especie de aviso al papa Francisco sobre un posible desvío doctrinal suyo, es más serio si cabe si se tiene en cuenta que alrededor de Müller se podría ahora coagular todo el conservadurismo de la Iglesia que no ha visto con buenos ojos que el papa jesuita y franciscano haya querido desempolvar la figura y doctrina del Jesús histórico prefiriéndola a las sutiles teologías y áridos códigos de derecho canónico.

A ellos podrían unirse también, aprovechando la ocasión de oro, todas las mafias ocultas en el Vaticano que andan de uñas con Francisco que los quiere arrancar de sus nichos de poder.

Sería como advierte Kung, lo peor que podría pasarle al papa Francisco en el momento en que en su último documento acaba de declarar su deseo de llevar a cabo una transformación de la Iglesia a todos los niveles para devolverle su identidad original tras haberse, siglo a siglo, contaminado con los poderes mundanos.

La Iglesia está en una encrucijada difícil. Cristianos y de otras confesiones, y hasta gentes hasta ayer alejadas de todo credo están poniendo sus ojos de esperanza en la renovación traída por Francisco- que parece vivir más en Nazaret que en Roma- una renovación parecida, o quizás mayor que la que había traído hace ahora 50 años el Concilio Vaticano II, de Juan XXIII, el papa quizás más parecido en su alma rica de misericordia y ternura por los más desvalidos, a papa Francisco.

Quienes conocen de cerca al papa argentino saben que bajo su capa de humildad y bondad franciscana se esconde también un corazón jesuita, severo, inteligente, agudo. Firme, capaz de descubrir las ratoneras que le vayan poniendo delante.

Debería sin embargo ir desarmando ya algunas de ellas. Antes que lo atrapen.

La primera sería la abolición de la propia Congregación para la Doctrina de la Fe, increíblemente por encima teológicamente del mismo Papa al que puede llegar a frenar en sus proyectos de reforma.

Es una Congregación de lúgubres recuerdos. Es la heredera de la Inquisición. Después pasó a llamarse Congregación del Santo Oficio, y ahora eufemísticamente aparece como la Congregación encargada de defender la fe. El último prefecto del ex Santo Oficio, el cardenal, Ottaviani, se llamaba así mismo el "cancerbero de la fe".

Tanto esa Congregación ha defendido la fe en los últimos decenios que llegó a imponerse a los mismos papas. A Juan XXIII quiso deponerlo por "incapacidad mental", cuando convocó el Concilio Vaticano II.

Tanto ha defendido la fe que condenó al silencio y al ostracismo a la mitad de la inteligencia de la Iglesia dejando con la boca cerrada a más de 500 teólogos que, como ha afirmado Francisco recibiendo a uno de esos condenados, que son teólogos que nunca dejaron de ser cristianos serios.

Quizás fue el abrazo en el Vaticano de Francisco con el padre Gustavo Gutiérrez, creador de la Teología de la Liberación lo que hizo calentar la sangre al actual prefecto que ha osado advertir al papa Francisco: "!Ahora basta"!

El papa tiene todos los poderes para acabar con esa anomalía evangélica de un tribunal, hijo de la vieja Inquisición, siempre dispuesto a condenar, al revés de Jesús que perdonaba todas las debilidades de los sin poder para fustigar, al revés, los desmanes de los poderosos.

Y si abolir de un plumazo una fortaleza del conservadurismo católico como esa congregación fuera para él aún arriesgado y peligroso por su alto valor simbólico, podría transformarla en una comisión de eclesiásticos y laicos cristianos que en vez de ser jueces de la doctrina, fueran un núcleo de diálogo para discutir, junto con el papa, las cuestiones delicadas relacionadas con la fe que puedan surgir. Una vez discutidas podrían llevarlas al conocimiento de todos los demás obispos del mundo y de la comunidad cristiana, en vez de trabajar en la oscuridad de aquel palacio manejando siempre intrigas y acusaciones anónimas.

Una comisión de ese tipo, que reuniera las diferentes tendencias de la Iglesia, sin prejuicios, y con espíritu de diálogo nunca habría condenado a teólogos como Hans Kung o Leonardo Boff . Quizás a ninguno de los 500 arrojados al olvido como apestados de la fe.

Ni el drama de los escándalos de pedofilia de la Iglesia, conocidos y ocultados durante decenios en los archivos de la Congregación hubiese llegado a una impunidad que ha manchado gravemente la túnica de la Iglesia.

Una comisión de diálogo abierta, alérgica a esconder los trapos sucios y a trabajar con transparencia evangélica, hubiese abortado desde el primer momento aquel drama, sin esconderlo bajo los tapetes de raso del palacio inquisitorial.

Si Francisco pretende, de verdad, como parece, devolvernos a la Iglesia del perdón, de la libertad y de la predilección por los más débiles y desvalidos, que empiece por abrir las puertas y ventanas de la vieja Inquisición. Que empiece la era del perdón y que vuelvan a resonar en la Iglesia aquellas duras palabras de Jesús a los sacerdotes y fariseos de su tiempo que pretendían cargar sobre los hombros de la gente "pesos que ellos mismos eran incapaces de soportar".

Y que vuelva a llamarles "sepulcros blanqueados", antes de que maquinen intrigas contra él por ser sembrador de misericordia y no de condenas.


* Juan Arias
 
 Publicado en EL PAIS (España)
http://www.feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/4437-y-si-el-papa-la-aboliese-de-una-vez.html
* Juan Arias es periodista y escritor traducido en diez idiomas. Fue corresponsal de EL PAIS 18 años en Italia y en el Vaticano, director de BABELIA y Ombudsman del diario. Recibió en Italia el premio a la Cultura del Gobierno. En España fue condecorado con la Cruz al Mérito Civil por el rey Juan Carlos por el conjunto de su obra. Desde hace 12 años informa desde Brasil para EL PAÍS de Madrid donde colabora también en la sección de Opinión.

viernes, 20 de diciembre de 2013

¡CRISTO NACERÁ!



¡CRISTO NACERA!

Cristo nacerá. El comercio se afana en adornar las calles. No faltará quien lo haga con el entusiasmo de la fecha; como muchos con la esperanza de llenar las cajas. No lo reprochamos, ni tenemos porque. La gente se alegra y demanda desde lo más humilde hasta lo más sofisticado para expresar su cariño. Así somos los hombres.


Si hay demanda tiene que haber quien oferte y ésta es la función del comercio. Se produce y se oferta y, en ambas situaciones, hay trabajo. El hombre tiene que vivir tiene que alimentar su cuerpo para tener la oportunidad de la eternidad. El problema fundamental no es éste, porque esto es pura dinámica económica, a la que ningún pueblo puede renunciar.


El problema serio es que Cristo nacerá y volverá a ser odiado y será crucificado en la próxima Semana Santa, porque su mensaje de amor sólo se recibe con suspiros y el nombre de Jesús se ha trocado en cadencioso halago a los oídos y en una blanca túnica de angelical pureza.


Cristo nacerá y lo hará en un pesebre mal oliente, como cientos de miles de niños en el mundo, Nacerá y a los pocos días conocerá la persecución implacable, por el solo hecho de la confusión ignorante; aunque, tal vez, por la peligrosidad de su mensaje: Justicia contra prepotencia, deber contra lenidad, igualdad contra discriminación, libertad contra esclavitud y compromiso contra indiferencia.


Cristo nacerá para dividir. Yo no he venido a traer la paz; sino la espada, es su mensaje. ¿Contradicción? No. Cristo es justicia y la justicia divide. Quien se ponga de su lado sufrirá, como que está obligado a luchar. Os matarán  y seréis aborrecidos a causa de mi nombre.


Cristo nacerá para los parias. Nacerá para los humildes de corazón, para los desposeídos sin causa, para los humillados y ofendidos; aunque pronto lo adornarán con flores y lo vestirán con galas que jamás reclamó y lo sentarán entre los gentiles, sonriendo con  cara de mancebo resignado. Será necesario que esto se haga para acabar con el hombre recio que expulsara a los mercaderes del Templo del Señor y que lapidara a los fariseos: “Guías ciegos que coláis el mosquito y os tragáis un camello”, les  dirá en su cara. 


Cristo nacerá y con él, el grito de dignidad y de justicia social. Nacerá y exigirá actitud franca y leal a los deberes sociales; no la limosna de los soberbios. Apartaos de mí, malditos de mi padre, al fuego eterno… Tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me distéis de beber, estuve desnudo y no me vestisteis… He aquí el juicio final y la separación de justos e injustos. No es la letra lo que importa; sino, el sentido del mensaje: Los deberes para con los semejantes. El sustento y fin de la vida social. Defrauda estos deberes el patrono que explota y humilla, cuanto el trabajador ineficiente y conformista; la autoridad déspota y arbitraria, cuanto el ciudadano lenil e indiferente.


¡Cuánta gente es recluida en prisión por delitos ocasionados por pasión, hambre, desesperación o despecho! Sin embargo, cuántos otros quedan impunes y hasta se les obsequia con galardones por trabajos y funciones que jamás realizan o que cumplen a medias; no obstante el salario, sueldo o dieta que la colectividad les paga. Pagos que son el esfuerzo y la sangre del común, la sangre del pueblo, al que dicen defender.


Cristo nacerá. Nacerá para predicar la solidaridad y condenar el contubernio. Los hijos de este siglo son más avisados en el trato con los suyos que los hijos de la luz. Los hijos de las tinieblas se confabulan, mientras los hijos de la luz confían. La solidaridad es expresión de la amistad y la amistad es un valor positivo que sólo cabe en la pureza del corazón, nunca en la avaricia y en los intereses creados. Cristo nacerá para terminar ofrendando su propia vida. No hay amor más grande que este, el de dar la vida por los amigos.


Cristo nacerá. Alegrémonos, todos. El día pasará muy pronto. Después nos tranquilizaremos, pues el ideal navideño, el mensaje del Pesebre será sólo cánticos, hermosas sonrisas de niños y, quien sabe, el recuerdo de la renovación de una fe que no tenemos o que únicamente exhibiremos en cuanto no nos exponga al ridículo ni impida nuestro éxito social. Después de todo, siempre estaremos prontos para los actos de caridad doméstica y mejor aún, si se adornan con el sabor de la aspiración de muy buena gente.
 
Tal vez y sólo tal vez, algún día, tenga cabida el Mensaje Social del Evangelio y el Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad de la anhelada realidad navideña, de la cual todos podamos participar.

domingo, 15 de diciembre de 2013

CONTRA LOS ABUSIVOS


Estimados cibernautas: 

Incluyo un interesante artículo de José Luis Herrera un excelente maestro en linguística y poeta, particularmente cultor del soneto, como expresión literaria. En este caso toca un problema sociológico, pero que en el fondo hay un asunto ético pues el respeto al semejante es algo fundamental y ha de ser observado por todos si queremos vivir en paz con justicia, particularmente, en los periodos próximos de temporada escolar y donde aún la hay;pues los maltratos de los abusivos son reprochables y hasta denigrantes.


Contra los abusivos

Los abusivos son pocos y son cobardes. Se valen de nuestras debilidades y de nuestra falta de solidaridad para aplastar la voluntad de sus víctimas. No son fuertes ni son líderes, aunque lo parezcan. Los abusadores, esos que gozan haciendo miserable la vida de los demás, suelen ser personas tristes y, generalmente, están conscientes de lo insular de su existencia.

No se me entienda mal, no busco justificarlos ni hallar en sus biografías la terrible niñez que los convirtió en los cretinos que ahora son. Lo siento, no soy tan generoso. Cualquiera que encuentre placer en las lágrimas y la desesperación de otro, es un canalla y, con sus actos, cancela nuestra compasión por su infancia rota o su juventud atormentada. Quien llega a la adultez y no sufre ninguna condición que lo convierta en inimputable, asume, le guste o no, la responsabilidad de sus actos, ante el juez y ante la sociedad.

Cierto, estudiando las causas de la violencia en el perpetrador se pueden hallar respuestas que eviten futuras víctimas de quien no encuentran otra manera de canalizar y liberar sus demonios y frustraciones que atormentando a otros. Pero, como cada quien escoge sus batallas, colocado en la disyuntiva de salvar a la víctima o comprender al victimario, me inclinaré siempre por quien sufre hoy y ahora (que victimizar al canalla y enarbolar sus propias miserias como justificación, adolece de un vicio oculto, puede torcerse hasta convertirse en una manera de no hacer nada y perpetuar el sufrimiento del oprimido).

Todos deambulamos por la adolescencia con mejor o peor suerte, todos pasamos por los actos de iniciación y los ritos de crecimiento, más o menos simples, más o menos estúpidos; aprendimos a vivir en la manada o cerca de ella (recuerdo a Byron y eso de «estoy entre ellos, pero no soy de ellos») y entendimos que en todo grupo humano hay roles, actividades y posiciones que se reparten para que la comunidad funcione. Algunos abrazan esa condición como si fuera parte de un inexorable destino personal y, otros (los menos, que a veces se hacen más –y a eso le llamamos revolución–), se niegan a aceptarlo y de su rebelión nacen los cambios en el orden establecido (ya Camus lo dijo: «¿Quién es un hombre rebelde? Es un hombre que dice "no"») y la sociedad mejora (al menos, esa es la idea, aunque pareciera que nos empeñamos en repetir las calamidades, cambiado solo a los personajes del drama).

¿Y cómo encaja esto de «El hombre rebelde» con el hecho concreto de los abusos que a diario sufren miles de personas en sus casas, en el barrio donde viven, en la escuela o en los centros de trabajo? Encaja porque la rebelión es la única manera en que la víctima puede dejar de serlo. Diciendo «no», negándose a aceptar el atropello, plantando cara, enfrentando y exponiendo al canalla, es cómo se sacudirá del abusivo y podrá garantizarse una vida que no sea un martirio permanente.

No es fácil, el miedo es atávico y paralizante y, peor, muchas veces quien sufre se estrella contra la indiferencia o la cobardía de una sociedad hipócrita y medrosa que prefiere mirar al otro lado porque «no es bueno meterse en líos ajenos».

¿Qué podemos hacer nosotros? Mucho. Enseñar y denunciar, mostrarle a niños y jóvenes que hay comportamientos que son inaceptables y cuya sola persistencia pone en tela de juicio nuestra condición de seres humanos.

Debemos empezar por desterrar justificaciones como «pero es cosa de niños», «tienen que aprender a defenderse solos», «no exageres, es un juego», «no lo hace con mala intención», «es una muestra de amor», «más te quiero, más te pego», «es un jefe estricto pero eficiente», «es que estos necesitan mano dura», «solo así entienden» y las más viles de todas, «lo estaba pidiendo», «se lo buscó», «se lo merece», «le gusta».

Ante los abusivos debemos ser intolerantes y en la protección de la víctima tenemos que ser militantes y firmes, mostrándoles a los abusadores que de nosotros solo pueden esperar el rechazo, que sus acciones miserables generan consecuencias y que la sociedad, organizada y civilizada, humana y solidaria, no está dispuesta a aceptar pasivamente el maltrato a ninguno de sus miembros.

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V

sábado, 16 de noviembre de 2013

POLÍTICA, DOCENCIA Y DECENCIA




Estimados cibernautas y lectores conocidos, todos amigos, el presente artículo puede ser repetido en cada elección, sin importar tiempo ni espacio; salvando las posibilidades de la cultura de cada uno de los pueblos. En el caso del proceso que comentamos aquí, resulta que una cosa se dijo en el proceso y otra es la conducta concreta asumida en el timón, conseguido con un determinado tinte ideológico y lisonjeras promesas de bienestar y de cambios. Por cierto, una cosa es ver al torero lidiando y otra ponerse en su lugar y eso puede explicar las conductas de los  gobernanantes; pues, la realidad los ha de empujar a seleccionar lo que pudiera resultar más adecuado para lo que significa inversión-empleo-crecimiento con desarrollo y bienestar en general. La verdad es que política y economía son dos lados de una sola medalla. Bueno, no estoy amenazando con desarrollar más lectura. 



POLÍTICA, DECENCIA Y DOCENCIA

En poco más de medio año, el país viene embarcado en fiestas electorales para constituir los niveles de gobierno regional municipal y nacional, pareciendo en esta oportunidad, como si quisiéramos revivir los carnavales  de antaño, pero sin la autenticidad que tuvieron (1)

Decencia o indecencia

El asunto es que existen fiestas y fiestas, pues las hay de las decentes  y de las indecentes y las fiestas que tuvimos y la que estamos preparando no se parecen a las decentes, es decir, fueron y es su característica el escaso respeto a la persona humana; abundan en promesas fáciles, en fabricación de falsas ilusiones y en insultos recíprocos. Estas fiestas resultan como de películas de terror en las que aparece un virus o bacteria, creados para las guerras bacteriológicas, inoculados en los candidatos, los cuales, como locos, buscan destruirse unos a otros. En consecuencia, el supremo juez, el pueblo, se confunde, se desespera y votará, pretendiendo corregir el sistema, a como dé lugar.

Ideologías

Las ideologías, como rutas de orientación y de convocatoria ya no son más que vías destruidas, polvorientas sin rastros y es como si fueran barro, piedras y todo lo que queda en el camino, imposible de distinguir de qué cosas se trata. Resulta, así, que el querer valerse de corrientes que ya son historia, no daría lugar a audiencia alguna y sólo se tendría un teatro vacío con actores que hablarían para ellos, si es que entre ellos pudieran entenderse. Lo que hoy importa es el cómo conseguir el bienestar de las personas en concreto, eliminar la pobreza crítica, hacer una sociedad de personas con alta autoestima de su dignidad y de su rol en la sociedad y tampoco estoy seguro que esto se entienda bien, si no se alínea a una ideología.

¿Qué significa hoy “derecha o izquierda”? ¿Qué, el antiimperialismo? ¿Qué, el Estado cómo gerente del Bien Común? ¿Qué, la Persona Humana cómo centro de la dinámica socio política? ¿Qué, la Libertad cómo deber y derecho?   ¿A quién le importa que estos principios sean la plataforma de la política, de la economía y del acontecer social, en toda su extensión? Sí hay, a   quienes les importaría que esto fuera así, pero quedan en la excepción y resultan como muestras de un glorioso pasado o un grupo de intelectuales,”incorregiblemente” demócratas y limpios.

Docencia Política

Lo ideal es que sobre estos conceptos se orientara el debate político, haciendo docencia para la realización de la vida en democracia, con libertad de pensamiento y expresión; pero, ¿quiénes y cuantos estarían dispuestos a mantenerse atentos a un encuentro con estos discursos? Esto, en estos tiempos, apenas si es posible en las universidades de hoy, en las que se busca el profesionalismo y poco la profesionalización sobre una base de humanidades, ciencia y tecnología, como sistema de vida y de ejercicio futuro en la profesión y en la vida.  Es aquí, en las universidades en donde deben forjarse los líderes, no sólo con fortalezas científicas y tecnológicas; sino, sobre todo, con una sólida formación humanística que abre la mente a la sensibilidad social y ética.

Irreparable pérdida

Desafortunadamente se ha perdido esa oportunidad en estas jornadas políticas, pues hay que reconocer que participan tecnólogos y personas de excelente actuación, tanto para la presidencia, como para el congreso, pero que cayeron en el juego de tener que satisfacer la inquietud  de conglomerados, bailando, lo que no saben hacer; simulando en lo que no creen y con aparentes deseos de querer hacer algo, sin saber con qué y cómo.

1.   Elecciones Municipales y Regionales 2010 y Nacionales 2011.