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El presente Blog incluye escritos jurídicos, educacionales y comunicológicos de mi producción intelectual, como tmb escritos de otros autores.






domingo, 6 de julio de 2014

AL MAESTRO CON CARIÑO



AL MAESTRO, CON CARIÑO


Celebramos el día del Maestro  en circunstancias difíciles en el Perú. Día institucionalizado para homenaje y gratitud al difícil rol de instruir, orientar y educar a las generaciones de una sociedad. Por eso, quien sabe, el título de este artículo puede parecer ironía o un buen deseo o una esperanza en el desaliento. Me parece que tiene de todo esto.


Ironía


Debe ser incalculable el papel que se ha impreso loando al maestro, en prosa o en verso. Bien lo merece por su excelsa misión. Sin embargo, el orden que se le obsequia en la consideración social, real y prácticamente, es de última prioridad, tanto que gran parte de los profesionales de la educación buscan otras actividades que les permita un ascenso en todos los órdenes. Noble misión que no siempre se lleva con dignidad y que hasta tiene que esconderse o presentarse como el necesario entretenimiento por no tener nada que hacer. Vaya alabanzas que se estrellan con la amarga verdad de la vida cotidiana y que buscan liberación en otros predios del quehacer humano, cualquiera fuera su naturaleza, pero que permita vanagloriarse por los rendimientos que ofrece, más que por constituir el adecuado medio para realizarse humanamente.


Buenos Deseos


Todos los Regímenes Gubernamentales han expresado siempre su buena voluntad para mejorar la situación de los educadores. La Ley 15215 fue una manifestación concreta y de allí hasta las actuales normas en las que se incluyen importantes conquistas en orden a ciertos beneficios complementarios. Sin embargo, el problema ha sido siempre el haber, con el cual se atiende a las diarias exigencias de la vida y del que se espera una provisión para el futuro. No es posible negar que no se han dado avances pero, aún quedan aspectos para definir mejores posibilidades, a la altura de la dignidad que les corresponde. No puede seguirse soportando que, en los sectores burocráticos de la Administración Pública, cargos con menores exigencias tengan haberes que superan a los cargos docentes del más alto nivel magisterial y de la mayor dedicación y no puede seguirse soportando, no porque se crea que el personal administrativo no deba tener remuneraciones adecuadas (tal vez para muchos no lo sea); sino, que debe existir una coherente correspondencia y porque resulta superficial la excusa del número de profesores o de la superioridad de la rentabilidad financiera de ciertos servicios (Empresas Públicos y del Estado) sobre los educativos. La Educación es una inversión y no sólo un gusto consuntivo, como muchos creen. Se comprende la gravedad de la problemática económica y financiera del País y que la solución a los haberes del Magisterio no puede sustentarse sólo en buenos deseos: pero se hace menester un esfuerzo para procurar a corto plazo un rango compensatorio y delinear una solución definitiva al problema estructural, al mediano plazo. Esto es posible de esperar. No puede negarse que este Gobierno no haya dado muestras de buena voluntad para ablandar la dura situación del maestro; sólo que se espera una aceleración de las expectativas que se han puesto en las reformas educativas y fortalecer la capacitación para garantizar fluidez en la carrera magisterial.


Esperanzas


El Magisterio Nacional sabe de las esperanzas de los padres de familia en la conducción de la formación de sus hijos. El Magisterio tiene la convicción de que debe poner todo su esfuerzo para responder a esa confianza, pues está moral y jurídicamente obligado a ello, porque su actividad más que una profesión es un estado, un sacerdocio laico. Por eso, el Magisterio espera de la Sociedad una justa compensación que le permita sobrellevar el apostolado de la docencia. Sólo así se podrá exigir una aproximación al estereotipo del Maestro. Todos recordamos con cariño a aquella maestra que nos condujo a las primeras letras y nos orientó en nuestras primeras lecturas. Todos guardamos memoria de aquellos profesores que se esforzaron por instruirnos y educarnos con aparente rigidez y hasta dureza. No pocas veces, el camino profesional fue sugerido por uno de aquellos maestros que analizó nuestras posibilidades y nos sugirió algunas alternativas. Todos abrigamos la esperanza de que nuestros hijos queden confiados a maestros  como aquéllos de los que guardamos el más grato recuerdo. De aquéllos que soportaban con resignación, en silencio y con la frente muy alta la postergación y la penuria económica. De aquéllos que sabían esconder en el regocijo de sus clases la pasión de sus hogares. Porque, entonces, eran otros tiempos. Entonces, la sociedad de consumo no carcomía la belleza de los ideales, el maestro no era por el diploma que tenía; sino, por el saber adquirido y exhibido. Ahora, los patrones sociales han cambiado, ya no hay gallinas en el corral, las distancias alejan el trabajo del hogar y nacer, como morir, es muy caro. Hoy en día, la educación ya no es tan personal y familiar, se requiere de técnicas apropiadas y de una constante renovarse, al ritmo de la tecnología y de la circulación de la información; así como, actualizarse, porque el conocimiento se muta rápidamente. Las tensiones han aumentado, el espacio libre se hace pequeño, las condiciones de los ambientes de trabajo deprimen, hay que luchar con la desazón, la incomprensión, la irresponsabilidad y el resentimiento. Ahora, se requiere de mucho más valor para sobrellevar ese heroico apostolado en el contexto de una mejor situación económica. Cualquiera que vea y sienta de cerca esta realidad podrá comprender la actitud de rebeldía, las concentraciones y manifestaciones que parecen tan impropias de quienes tendrían que dar ejemplo de orden y ponderación. Qué nos queda, sino poner toda nuestra esperanza para que no sólo se comprenda la situación, sino que se procure su solución, devolviendo la dignidad y el decora a tan excelsa misión.


Justo Homenaje


No creo justo terminar sin traer a la memoria algunos nombres de maestros que rindieron su vida al Magisterio o que han dejado allí gran parte de la misma y que aún continúan en su vocación de servicio en actividades similares. Me refiero a maestros como Gustav Ries, de quien apenas si quedarán discípulos; Andrés Ulises Calderón, rebelde y organizador; Horacio Condemarín, alegre y orientador; a Victorita Pinillos, paciente y sencilla; Amable León de Flores, firme, activa y forjadora de espíritus, promotora y Directora del Liceo Trujillo; a Sor Rosa Portal, disciplinada, tenaz, imperecedera en el corazón de las Belenistas; Evita de Rosales, sensible y atenta; en fin, a muchos que resumen generaciones de esta noble Trujillo que tanto queremos. En mi memoria quiero, finalmente, rendir homenaje a Lucrecia Rebolledo y a su escuelita con el libro de Mantilla, allá, en Piura en el Distrito de Castilla, a Juana Rosa Vinces, del Centro Escolar Nº 21, forjadora de generaciones piuranas; a Teófilo Guaylupo y a Eugenio Pennatti, sacerdotes salesianos, cuyo magisterio trasciende las fronteras nacionales. A todos ellos nuestro más ferviente admiración y en ellos el más rendido homenaje a los maestros del Perú, con el deseo y la esperanza de su pronta reivindicación.


FELIZ DÍA MAESTROS