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El presente Blog incluye escritos jurídicos, educacionales y comunicológicos de mi producción intelectual, como tmb escritos de otros autores.






martes, 28 de agosto de 2012

SOCIOLOGÍA POPULAR. INTRODUCCIÓN



INTRODUCCIÓN
MORFOLOGÍA Y DINÁMICA  SOCIALES









Persona y Pueblo
Quiero partir  reconociendo que la autonomía de la persona humana, como individuo con nombre legal  conforme a las costumbres de su colectividad, constituye cuestión prioritaria. Individuo de carne y hueso, inteligente,  sintiente, responsable de su destino y con derechos fundamentales que encauzan su nacimiento, crecimiento y desarrollo, de cara al respeto para sí y de él para sus congéneres.

No se trata aquí de ascender a los predios de la filosofía y especular sobre  qué es el hombre, por qué y para qué está en este mundo y cuál es su destino y tampoco discutir las distintas posiciones que al respecto existen. Sólo quiero dejar sentado que, si existe un núcleo de acción social, económica y política, ese es el individuo, la persona humana y ni la Sociedad o el Estado ni menos el Gobierno pueden enajenar sus derechos fundamentales o básicos. Sin embargo, esos derechos no constituyen  absolutos en sí; sino, relativos, en razón de subsistencia y proyección de él mismo en un colectivo ordenado con justicia e inclusión social, reconociendo que nadie es más que nadie y que todos somos hijos de Dios y que lo que tenemos, sea material, intelectivo o espiritual, todo es prestado y todo vuelve al humus, es decir, al polvo.

Hemos dicho individuo que debe gozar de derechos y respetar a los demás iguales, por aquello de “respetos guardan respetos”; es decir, que también ha de cargar con deberes para consigo mismo y para con los demás, acciones indispensables para lograr la convivencia.

Por otra parte, ese ser de la naturaleza, el hombre (varón o mujer), trae la tendencia de integrarse con otros y prestarse servicios recíprocos, entre tensiones de colacionarse con pares, sobreponerse y excluir o reclamar solidaridad.  Tales movimientos han evolucionado a lo largo de su existencia y continuarán evolucionando. Ese afán de integración exige un espacio en el cual afincarse y así hacen un pueblo, identificado al inicio por razones de hilos de sangre o de raza que luego se van heterogenizándo; en unos espacios  más que en otros. Esto, no sucedió pacíficamente; sino tras conflictos tan destructivos que paulatinamente se globalizaron, al punto que continúan de modo subrepticio y sofisticado.  Así resultaron los pueblos  como colectivos humanos, es decir, de individuos que reconocemos como hombre, persona o sujeto inteligente, capaz de progresar y modificar ciertos aspectos de la naturaleza, pero siempre dentro de los principios básicos de la misma; es decir que “nada se crea y nada se destruye, sólo se transforma”.

El concepto de pueblo nos dice del hombre colectivamente organizado, de modo simple y sin más complicaciones que la voluntad de convivir pacíficamente, independientemente de clasificaciones sociales, económicas o profesionales; pero siempre con dinámicas de inteligencia y centrado sentimiento. No se trata del hombre masa, cuya colectivización es de oportunidad y lejos de la razonabilidad, susceptible de manejos perversos, hasta más allá de los límites de su propia seguridad.  Masas fueron las que convocaron las atrocidades que se elucubraron en la mente de un grupo de individuos en la Alemania Nazi, no fue el Pueblo alemán y, en general,  las  atrocidades que se desencadenan en nombre de la Patria, del Partido y hasta de Dios, que dan vuelta al mundo,  siembran la prepotencia y el terror, no son los pueblos  las que las promueven, son los que sufren las consecuencias de la irracionalidad de las masas. 

La masa surge cuando por influencia de adoctrinamientos, dirigidos a quitar la voluntad propia a las personas, éstas se enajenan a voluntades que pensantemente no las aceptarían y se encauzan como si estuvieran convencidas de los mensajes que apabullaron su entendimiento.

En la sociedad actual y en el ambiente de la globalización que la caracteriza se produce ese fenómeno en todos los aspectos. Con la concepción de que lo importante es crear riqueza para repartirla a quienes no la tienen, se organizan una serie de técnicas comunicacionales dirigidas a poner uniforme a las conciencias y al entendimiento y nos venden fácilmente el convencimiento que más importante que la protección del ambiente y de la naturaleza es extraer las riquezas de los subsuelos y entregarlas a los que pueden pagar por ellas, quienes luego, transformadas las venderán a los mismos pueblos de las que sacaron estos recursos, obteniendo réditos que superan largamente la compra de las mismas.  Esos países industrializados, siempre tendrán las “evidencias” que no existe contradicción entre  la explotación del subsuelo,  el medio ambiente y el futuro de los pueblos. Esto puede ser evitado, si ese conglomerado se sacude de la masificación y orienta su vida conforme los principios de solidaridad y el auxilio de las ciencias naturales y sociales en cuanto en ellas está la posibilidad de descubrir las alternativas para un mejor vivir individual y socialmente. Esto impone  organizar su convivencia sobre reglas justas y acciones planificadas, de modo de garantizar la subsistencia en el futuro; porque después de agotados los recursos naturales habrá que vivir de algo que tendrán que producir con lo que queda: la tierra, el agua y el conocimiento.
Por cierto que los países con riqueza de recursos naturales tienen que utilizarlos para financiar su crecimiento y desarrollo, pero ello debe ser con racionalidad y responsabilidad de los gobiernos, es decir, de las personas que han de emerger de los pueblos y no, de las masas. El pueblo elector ha de elegir con conocimiento y conciencia de su destino, apuntando a programas más que a mesías o supuestos mágicos salvadores.      
En fin, este libro no pretende abordar con rigor científico  los asuntos  relativos  al  hombre  y sus expresiones (Antropología y Psicología) o  al pueblo o sociedad  y sus organizaciones (Sociología y Política,) ni las relaciones individuales e interindividuales y junto con éstas los aspectos de la  ética, de la filosofía, de la religión y de la moral. Sólo quiere despertar la inquietud para la reflexión sobre estos temas,  en orden a su naturaleza, su utilidad para la  vida y sus proyecciones y tal como el hombre corriente las percibe y siente.

¿Por qué Sociología Popular?
Sociología  porque  los cuadros que aquí presentamos, bajo la forma de ensayos breves, son precisamente expresiones sociales, reflexiones sobre  los productos culturales o posiciones colectivas, como la religión y la música o los comportamientos o actitudes, características del hombre en sociedad, en lo doméstico como en lo colectivo o público;  es decir el movimiento de una colectividad, inmersa en sus propias circunstancias y reflexiones históricas y culturales.
Cuando nos referimos a la sociología estamos aludiendo al estudio de las relaciones del hombre en sociedad  y a la sociedad en sí, como algo  independiente de las individualidades, pero expresión de ellas por lo que importa un cruce de la filosofía, de la sicología, de la religión, de la política de  la ética y de la moral.
No quisiéramos perdernos en buscar definiciones de lo que se entiende por sociología como disciplina científica y, simplemente, nos quedamos en lo que fácilmente puede ser comprendido y asimilado sin exquisiteces de esa naturaleza. 
No discutiremos aquí cuál modelo, diseñado y construido por cientistas antropólogos y sociólogos , es el mejor para  el estudio de estos hechos y fenómenos; pues lo que quiero es decir como siento y veo estos hechos y fenómenos  de los cuales soy un sujeto actuante, pues no estoy fuera de ellos y es deber intelectual así señalarlo. Éste es el objetivo de esta publicación, que el lector sienta en sí su alrededor  en el presente y en el pasado y se proyecte al futuro, con un sentido de mejoramiento o superación, contribuyendo al crecimiento y desarrollo del colectivo y nunca de retroceso o involución.
Presentamos hechos y fenómenos que se  comprenden en la  dinámica del hombre, como sujeto racional de la naturaleza en sus relaciones con sus semejantes como con sus diferentes, otros sujetos instintivos de la naturaleza,   en tono de  comparación  entre sí y de acuerdo a una visión del mundo y de la vida. Es un conjunto de estampas y reflexiones, de críticas y elogios que escapan ya del tiempo en que ocurrieron o, simplemente, ajenos a la circunstancia temporal. Claro que estuvieron y están en sus tiempos, pero con consecuencias en el futuro y eso será en el hoy y en el mañana. Son insumos que yacen en la  base de la sociología y que se personifican y dinamizan  sin importar el cuándo  ni  el dónde,  centrados en los conceptos que explican cada uno de los temas de estos ensayos.
En el  fondo, hay algo así como una agonía convocante a  la  solidaridad, a la responsabilidad  y al abandono del individualismo; pero, sin llegar a asfixiar la autonomía propia del individuo, cómo que ésta no puede ni debe causar daño al  colectivo, pero sí, cumpliendo con la responsabilidad de las funciones  y deberes que asumió o tiene asignadas por fuerza del destino. Ese es el mensaje que se encuentra en los ensayos que aquí se articulan. No queremos pecar de optimistas, pero considero que la historia nos revela que algo hemos progresado, aunque con distorsiones importantes, respecto a las consideraciones mutuas como el vencimiento de la religiosidad en espacios en donde se le condenó y persiguió y en la exigencia del respeto a los derechos humanos, como la extensión de los sistemas democráticos; pero, desgraciadamente con distorsiones que dicen siempre como si fuera algo fatal eso de “la naturaleza humana”. Digno de destacar es la consideración de los seres instintivos de la naturaleza (los animales), cuya natural colectivización es ejemplo hasta de teorías socio-políticas. En este sentido nos hemos atrevido a realizar comparaciones de conductas de seres racionales  con el pavo real o con el burro. Claro, si advirtiéramos  o quisiéramos señalar paradigmas paralelos, diría, por ejemplo, que Einstein es un paradigma humano de la inteligencia y el burro, un paradigma de la constancia y de la consecuencia, del que muchos humanos debiéramos tomar ejemplo.   
Ese avance es el posible remedio para curar la corrupción que parece incurable con disposiciones legales y medios de sanciones administrativas o penales, en un proceso de hipocresías de toda índole y en un sistema en el que la Administración de Justicia no tiene aún niveles importantes de moralidad y coherencia y que la seguridad personal y colectiva está descubierta, al punto de que es preferible encontrarse con “el muerto” que con policías   o cierta clase de personas con uniforme, cuyo deber es la seguridad del colectivo. No quiero decir con esto que los jueces o los agentes de seguridad son por sí incoherentes y, menos, inmorales; no, porque sería injusto;  sino, que el sistema de Administración de Justicia como el de la Administración Pública están inmersos en un macro sistema social con una cultura subdesarrollada que llega hasta el seno de los máximos niveles de ese subsistema socio-político y que constituye desencanto de muchos jóvenes llenos de ideales. Como decimos en uno de los ensayos, la corrupción circula por todo el sistema social, sea público o privado, de modo que localizarlo en un subsistema, independizándolo de los demás, es errático o interesado.
No postulamos una renuncia total al ego;  sino, un descenso de éste a favor de la convivencia social y un comportamiento o un  diseño de la organización para la conducción social de modo que las reglas se adecuen a las necesidades propias del ser humano en un espacio y tiempo determinados, de cara a la consecución del bien común y de la justicia social, lo cual debe empezar desde la  célula básica de la sociedad: la familia. El egoísmo destruye familias o simplemente las ignora y es una de las causas del deterioro social y de la delincuencia. 

El pueblo, como colectivo organizado en esta parte del país,  está inmerso en un tipo de subculturas, tejidas por relaciones dañinas socialmente, es decir perjudiciales para el desarrollo político, económico y social, que tienen que ver con la moralidad o con la simple comprensión de la vida en común.

Así  lo dejamos entrever en nuestro ensayo sobre el “Desperdicio”. Es que en esta parte del Continente desperdiciamos tiempo, luz, agua, salud y hasta el amor; pues qué otra cosa es la siembra de hijos para dejarlos abandonados como si fueran yerba mala, qué más con el aumento de los maltratos a la mujer y de las desgracias de la que son presas muchas familias, como consecuencia de la drogadicción que ya está avanzando en una segunda generación, de modo alarmantemente creciente y descendiendo a edades propias de la infancia y la pubertad (entre 8 y 15 años), generaciones que desperdician los dones que les obsequia la divinidad o la naturaleza.

De igual manera, deslizamos con franqueza nuestra protesta por el cinismo de los lobbies en la Administración de Justicia y en la Administración Pública, como contra el cinismo de quienes investidos del poder público, utilizan este poder a su favor, corrompiendo las normas y las sanas prácticas y hasta amenazando a los subordinados o tomando represalias, hipócritamente, cuando sus demandas no son satisfechas. Lo peor de todo es que a vista y paciencia de la colectividad tales individuos se mantienen en posiciones prominentes funcionarial y hasta académicamente. ¿Quién los protege y por qué?   ¿Cuál es el mensaje que reciben los jóvenes?

Por esas razones, este texto, sencillo y breve se presenta en cuatro ejes que agrupan hechos relativos a temas que se homologan y articulan entre sí. Estos son: I. Más allá de la muerte. II. Educación Superior y Desarrollo.  III. Perfiles y Costumbres y IV. Política, Gobernabilidad y Administración.      

¿LA SEGUNDA REFORMA UNIVERSITARIA?


  1. ¿La segunda reforma universitaria?
Ha llegado
  1. ¿La segunda reforma universitaria?
Ha llegado a mis manos, por cortesía de la Oficina de Coordinación Universitaria del Ministerio de Educación, un folleto titulado El Sentido de la Reforma Universitaria, se trata de un documento producido por la Comisión de la Segunda Reforma Universitaria, dirigido a justificar la nomenclatura con la que dicha Comisión ha sido creada. No se trata propiamente de un diagnóstico, sí, de un conjunto de reflexiones con algunos datos estadísticos sobre el número de instituciones universitarias y su clasificación; la población estudiantil atendida y la evolución de los graduados y titulados de universidades públicas y privadas. No se registra una evolución de presupuestos y de gastos  e inversiones de las universidades públicas, ni referencias al potencial económico-financiero de las privadas. Tampoco se hace una clasificación de universidades privadas, según el régimen jurídico, ni menos se hacen referencias a la cantidad y calidad de sus egresados y titulados.
¿Primera Reforma, agotada?
En realidad, el texto desarrolla un conjunto de generalidades, por cierto muy interesantes y con aproximaciones a un análisis de los fundamentos de la reforma de 1918 y el enlace que con ésta tendrían las leyes universitarias, haciendo notar, como el D. Ley 17437, Ley Orgánica de la Universidad Peruana, habría intentado la introducción de una nueva reforma ( una posible segunda reforma) y culminando en cómo la Ley 23733 sería algo así como los umbrales de la Reforma Universitaria del siglo pasado; es decir, que la Reforma Universitaria, en la que muchos confiamos, para los analistas de este trabajo, tomando alguna crítica de los escritos del historiador Basadre, estaría ya agotada y, por eso, a su decir, postulan una Segunda Reforma. Así, escriben: “A las transformaciones que puedan superar esta crítica (la que Basadre hace) y responder a las exigencias de Basadre, en especial a su exigencia, de dotarla de mayor solvencia científica, cultural y social, y a las que superen las discordancias de la década de los noventa, nos permitimos llamarla Segunda Reforma Universitaria” (el subrayado y el paréntesis son nuestros).
La Formal y lo Informal
A nuestro modo de ver hay que distinguir entre las leyes (intención formal) y el comportamiento de los grupos humanos que hacen la organización universitaria (acción y realidad), pues las concepciones y objetivos de la leyes no se concretan por procesos mágicos e imaginarios; sino, por formas de entenderlos y de aplicarlos, en un contexto cultural determinado y múltiples intereses. Los esquemas orgánicos tienen que ir reajustándose por un proceso educativo y la doctrina e ideología informantes enriqueciéndose por el estudio de las realidades comparadas, la comprensión de su propia historia y la práctica honesta y transparente de los fines de la esencia universitaria. El problema nacional es que todo lo queremos mejorar por una nueva ley, en la penumbra de tanteos o especulaciones, lejos de evaluaciones y diagnósticos científicos. Confundimos las hipótesis normativas (lo formal) con los acontecimientos (lo informal).
Cuestionarios
En fin, la comisión plantea una pregunta fundamental que luego desbroza  en una serie de preguntas derivadas de aquélla. He aquí la cuestión: “¿Qué componentes y estrategias debe contener una nueva norma de educación superior en el Perú que permita a las universidades adaptarse a los cambios mundiales, superar los graves problemas que le acarrean las tendencias locales en curso, y satisfacer los objetivos de un desarrollo humano sostenible y equitativo en el marco de la democracia que estamos construyendo?”.
Nuevamente, como un expediente de orientación, traen citas de Jorge Basadre e insisten (cierto con bastante razón, pero poco realismo) en la impostergable necesidad de fomentar la investigación. Nadie podrá negar que la investigación científica es el alma y el ser de la Universidad (ideal), pero su concreción tiene exigencias en potenciales humanos y recursos financieros que dependen de la evolución educacional, cultural, del desarrollo económico y del interés y aprecio que el gobierno, las empresas y, en general, los operadores socio culturales tengan para con la universidad (la realidad, los hechos). Cierto es también que desde la década del 70 se viene trabajando intensamente en las universidades en la problemática metodológica de la investigación, la cual ha llegado a saturarse, al punto que viene ahogando el espíritu científico que requiere mucho de lo formativo y de lo heurístico que del dirigismo burocrático. En esto, no se le puede acusar a las universidades serias (nacionales y privadas) que hacen denodados esfuerzos por alentar el trabajo de investigación con inversiones propias y ayudas que los investigadores consiguen de instituciones peruanas y extranjeras,  con el apoyo de la institución.
Entre líneas, la Comisión de la “Segunda Reforma”, reconoce cómo la legislación de la década del 90 ha distorsionado el ser de la universidad, lo hace sin referirse al D. Leg. 882, terreno fangoso que toca poderosos intereses y enaniza a la universidad mayoritariamente, pues es de reconocer que existen un par de universidades con dueños que ofrecen productos académicos con calidad, pero dirigidos a quienes pueden pagar las cuotas que demandan. Esa degeneración no es responsabilidad de la Universidad, ni de la Reforma Universitaria (la primera).
El Trabajo concluye postulando lo que titula una idea general sobre la universidad y propone unos planteamientos y objetivos, siempre más ideales y nada concretos; más dependientes de la voluntad humana, que de una solución normativa.
*Del libro de Guillermo G. Guerra Cruz. Testimonio de una Gestión universitaria