EDUCACIÓN.ECOS DE UNA
INTERPELACIÓN MINISTERIAL
El problema educativo es y será siempre la piedra de toque para las
controversias que surgen en orden a la
resolución de los problemas sociales y más, si llegan a los niveles de diseños
normativos, pues siempre se confía que los problemas de la realidad se
solucionan por la expedición de una ley.
Los cuestionamientos
Las leyes, al fin, contienen una base política y señalan la ruta para
la ejecución de su materia; pero, esta ejecución material depende de la acción
humana y de los recursos disponibles.
Las noticias de la preparación de un proyecto de Ley, denominado Ley de Desarrollo Docente, plantó la
inquietud en cierto sector de legisladores, los que sembraron dudas sobre la
confiabilidad y la eficiencia de la Ministra de Educación; pues, además, se le
acusó de aproximaciones y complacencia con el Sindicato Único de Trabajadores
de Educación (SUTEP) y grupos conexos no democráticos, de factura terrorista.
Esto hizo eco en los medios de información. El Congreso empezó a hervir y ello, sumado al
afán de la oposición, se tradujo en un llamado a la interpelación de la
Ministra y, así sucedió, siguiendo los procedimientos para ello.
La Ministra, Patricia Salas, fue convocada a sesión del Congreso para
esos fines en la que absolvió el pliego de preguntas respectivo.
Lo vacío del debate
En el debate se objetó la necesidad del proyecto mencionado considerándolo un
atropello a la normatividad existente, ya que en el gobierno del 2006 al 2011
se había dado la Ley 29062 modificatoria de la Ley 24029, Ley del Profesorado,
en la parte pertinente a la Carrera Magisterial y, según se afirmó en el calor
del debate, que la mencionada Ley no se
habría cumplido a cabalidad, deteniéndose innecesariamente el proceso de
inclusión a la carrera pública, señalándose que más allá de una necesidad real,
estaba la intención política, de defenestrar la Ley dada en el curso de la
gestión del presidente Alan García. Surgieron cuestiones relativas a la factibilidad
del Proyecto en lo relativo a los costos y de la serie de dificultades
existentes en la realización del proceso educativo en el ámbito rural, así como en los niveles
de los rendimientos educativos, deslizando cuestionamientos a la labor de los
profesores, hasta expresiones como de “burrocracia”. Sin mayor análisis se cuestionó la gestión
ministerial, sin señalar relaciones de causa y efecto y se achacaron todos los
males existentes en el proceso educativo a la Ministra Salas, advirtiendo su ineficiencia
para resolver los problemas de las huelgas docentes en determinadas regiones, como si la solución de esos
conflictos pudiera ser automática. En realidad,
el peso del debate se centró más en cuestiones políticas sin sustancia
y en cuestionamientos mutuos de gestiones de gobierno de antes y de ahora, sin
tocar el fondo ni teórico ni práctico y
echando toda la carga en los hombros de los profesores.
Respuesta de la
Ministra
La Ministra aclaró su posición frente a las acusaciones de
aproximaciones a grupos terroristas,
declarando su rechazo a ello, pero dejando establecido su apertura a la
representación sindical auténtica. Por otra parte hizo un recuento de las
acciones planificadas y emprendidas en orden a una gestión sustentada en la
realidad educativa y al orden de su
planificación.
La verdad sobre el
asunto
Desde mi parte, considero que el proyecto trae aportes en orden a
superar algunos aspectos relativos a la carrera pública magisterial,
particularmente en la extensión de niveles y en el ordenamiento de las
remuneraciones y a simplificar el texto, ya que al presente existen una serie
de normas, encadenadas, pero que dificulta su manejo. Por cierto que se insiste en algunas
cuestiones, yo diría románticas, pues son de muy difícil alcance, pero no
imposibles si se conjugan la voluntad
política y la buena fe e identificación y competencia de las burocracias.
Por otra parte, la intención de la Ministra de aproximar al SUTEP no
tiene por qué satanizarse, pues, es menester convencerles con prácticas
concretas en las remuneraciones y condiciones laborales, en las que deben tomar parte, pero
de modo razonable y realista, lejos de protagonismos y de actitudes que
perjudican a la niñez ya a la juventud.
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