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martes, 28 de agosto de 2012

¿LA SEGUNDA REFORMA UNIVERSITARIA?


  1. ¿La segunda reforma universitaria?
Ha llegado
  1. ¿La segunda reforma universitaria?
Ha llegado a mis manos, por cortesía de la Oficina de Coordinación Universitaria del Ministerio de Educación, un folleto titulado El Sentido de la Reforma Universitaria, se trata de un documento producido por la Comisión de la Segunda Reforma Universitaria, dirigido a justificar la nomenclatura con la que dicha Comisión ha sido creada. No se trata propiamente de un diagnóstico, sí, de un conjunto de reflexiones con algunos datos estadísticos sobre el número de instituciones universitarias y su clasificación; la población estudiantil atendida y la evolución de los graduados y titulados de universidades públicas y privadas. No se registra una evolución de presupuestos y de gastos  e inversiones de las universidades públicas, ni referencias al potencial económico-financiero de las privadas. Tampoco se hace una clasificación de universidades privadas, según el régimen jurídico, ni menos se hacen referencias a la cantidad y calidad de sus egresados y titulados.
¿Primera Reforma, agotada?
En realidad, el texto desarrolla un conjunto de generalidades, por cierto muy interesantes y con aproximaciones a un análisis de los fundamentos de la reforma de 1918 y el enlace que con ésta tendrían las leyes universitarias, haciendo notar, como el D. Ley 17437, Ley Orgánica de la Universidad Peruana, habría intentado la introducción de una nueva reforma ( una posible segunda reforma) y culminando en cómo la Ley 23733 sería algo así como los umbrales de la Reforma Universitaria del siglo pasado; es decir, que la Reforma Universitaria, en la que muchos confiamos, para los analistas de este trabajo, tomando alguna crítica de los escritos del historiador Basadre, estaría ya agotada y, por eso, a su decir, postulan una Segunda Reforma. Así, escriben: “A las transformaciones que puedan superar esta crítica (la que Basadre hace) y responder a las exigencias de Basadre, en especial a su exigencia, de dotarla de mayor solvencia científica, cultural y social, y a las que superen las discordancias de la década de los noventa, nos permitimos llamarla Segunda Reforma Universitaria” (el subrayado y el paréntesis son nuestros).
La Formal y lo Informal
A nuestro modo de ver hay que distinguir entre las leyes (intención formal) y el comportamiento de los grupos humanos que hacen la organización universitaria (acción y realidad), pues las concepciones y objetivos de la leyes no se concretan por procesos mágicos e imaginarios; sino, por formas de entenderlos y de aplicarlos, en un contexto cultural determinado y múltiples intereses. Los esquemas orgánicos tienen que ir reajustándose por un proceso educativo y la doctrina e ideología informantes enriqueciéndose por el estudio de las realidades comparadas, la comprensión de su propia historia y la práctica honesta y transparente de los fines de la esencia universitaria. El problema nacional es que todo lo queremos mejorar por una nueva ley, en la penumbra de tanteos o especulaciones, lejos de evaluaciones y diagnósticos científicos. Confundimos las hipótesis normativas (lo formal) con los acontecimientos (lo informal).
Cuestionarios
En fin, la comisión plantea una pregunta fundamental que luego desbroza  en una serie de preguntas derivadas de aquélla. He aquí la cuestión: “¿Qué componentes y estrategias debe contener una nueva norma de educación superior en el Perú que permita a las universidades adaptarse a los cambios mundiales, superar los graves problemas que le acarrean las tendencias locales en curso, y satisfacer los objetivos de un desarrollo humano sostenible y equitativo en el marco de la democracia que estamos construyendo?”.
Nuevamente, como un expediente de orientación, traen citas de Jorge Basadre e insisten (cierto con bastante razón, pero poco realismo) en la impostergable necesidad de fomentar la investigación. Nadie podrá negar que la investigación científica es el alma y el ser de la Universidad (ideal), pero su concreción tiene exigencias en potenciales humanos y recursos financieros que dependen de la evolución educacional, cultural, del desarrollo económico y del interés y aprecio que el gobierno, las empresas y, en general, los operadores socio culturales tengan para con la universidad (la realidad, los hechos). Cierto es también que desde la década del 70 se viene trabajando intensamente en las universidades en la problemática metodológica de la investigación, la cual ha llegado a saturarse, al punto que viene ahogando el espíritu científico que requiere mucho de lo formativo y de lo heurístico que del dirigismo burocrático. En esto, no se le puede acusar a las universidades serias (nacionales y privadas) que hacen denodados esfuerzos por alentar el trabajo de investigación con inversiones propias y ayudas que los investigadores consiguen de instituciones peruanas y extranjeras,  con el apoyo de la institución.
Entre líneas, la Comisión de la “Segunda Reforma”, reconoce cómo la legislación de la década del 90 ha distorsionado el ser de la universidad, lo hace sin referirse al D. Leg. 882, terreno fangoso que toca poderosos intereses y enaniza a la universidad mayoritariamente, pues es de reconocer que existen un par de universidades con dueños que ofrecen productos académicos con calidad, pero dirigidos a quienes pueden pagar las cuotas que demandan. Esa degeneración no es responsabilidad de la Universidad, ni de la Reforma Universitaria (la primera).
El Trabajo concluye postulando lo que titula una idea general sobre la universidad y propone unos planteamientos y objetivos, siempre más ideales y nada concretos; más dependientes de la voluntad humana, que de una solución normativa.
*Del libro de Guillermo G. Guerra Cruz. Testimonio de una Gestión universitaria

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