- ¿La segunda reforma universitaria?
Ha llegado
- ¿La segunda reforma universitaria?
Ha llegado a mis manos, por cortesía de la Oficina de Coordinación
Universitaria del Ministerio de Educación, un folleto titulado El
Sentido de la Reforma Universitaria, se trata de un documento producido
por la Comisión de la Segunda Reforma Universitaria, dirigido a justificar la
nomenclatura con la que dicha Comisión ha sido creada. No se trata propiamente
de un diagnóstico, sí, de un conjunto de reflexiones con algunos datos
estadísticos sobre el número de instituciones universitarias y su
clasificación; la población estudiantil atendida y la evolución de los
graduados y titulados de universidades públicas y privadas. No se registra una
evolución de presupuestos y de gastos e
inversiones de las universidades públicas, ni referencias al potencial
económico-financiero de las privadas. Tampoco se hace una clasificación de
universidades privadas, según el régimen jurídico, ni menos se hacen
referencias a la cantidad y calidad de sus egresados y titulados.
¿Primera Reforma, agotada?
En realidad, el texto desarrolla un conjunto de
generalidades, por cierto muy interesantes y con aproximaciones a un análisis
de los fundamentos de la reforma de 1918 y el enlace que con ésta tendrían las
leyes universitarias, haciendo notar, como el D. Ley 17437, Ley Orgánica de la
Universidad Peruana, habría intentado la introducción de una nueva reforma (
una posible segunda reforma) y culminando en cómo la Ley 23733 sería algo así
como los umbrales de la Reforma Universitaria del siglo pasado; es decir, que
la Reforma Universitaria, en la que muchos confiamos, para los analistas de
este trabajo, tomando alguna crítica de los escritos del historiador Basadre, estaría ya agotada y, por eso, a su
decir, postulan una Segunda Reforma. Así, escriben: “A las transformaciones que
puedan superar esta crítica (la que Basadre hace) y responder a las exigencias
de Basadre, en especial a su exigencia, de dotarla de mayor solvencia
científica, cultural y social, y a las que superen las discordancias de la
década de los noventa, nos permitimos llamarla Segunda Reforma Universitaria” (el subrayado y el paréntesis son
nuestros).
La Formal y lo Informal
A nuestro modo de ver hay que distinguir entre las leyes
(intención formal) y el comportamiento de los grupos humanos que hacen la
organización universitaria (acción y realidad), pues las concepciones y
objetivos de la leyes no se concretan por procesos mágicos e imaginarios; sino,
por formas de entenderlos y de aplicarlos, en un contexto cultural determinado
y múltiples intereses. Los esquemas orgánicos tienen que ir reajustándose por
un proceso educativo y la doctrina e ideología informantes enriqueciéndose por
el estudio de las realidades comparadas, la comprensión de su propia historia y
la práctica honesta y transparente de los fines de la esencia universitaria. El
problema nacional es que todo lo queremos mejorar por una nueva ley, en la
penumbra de tanteos o especulaciones, lejos de evaluaciones y diagnósticos
científicos. Confundimos las hipótesis normativas (lo formal) con los
acontecimientos (lo informal).
Cuestionarios
En fin, la comisión plantea una pregunta fundamental que
luego desbroza en una serie de preguntas
derivadas de aquélla. He aquí la cuestión: “¿Qué componentes y estrategias debe
contener una nueva norma de educación superior en el Perú que permita a las
universidades adaptarse a los cambios mundiales, superar los graves problemas
que le acarrean las tendencias locales en curso, y satisfacer los objetivos de
un desarrollo humano sostenible y equitativo en el marco de la democracia que
estamos construyendo?”.
Nuevamente, como un expediente de orientación, traen
citas de Jorge Basadre e insisten (cierto con bastante razón, pero poco
realismo) en la impostergable necesidad de fomentar la investigación. Nadie
podrá negar que la investigación científica es el alma y el ser de la
Universidad (ideal), pero su concreción tiene exigencias en potenciales humanos
y recursos financieros que dependen de la evolución educacional, cultural, del
desarrollo económico y del interés y aprecio que el gobierno, las empresas y,
en general, los operadores socio culturales tengan para con la universidad (la
realidad, los hechos). Cierto es también que desde la década del 70 se viene
trabajando intensamente en las universidades en la problemática metodológica de
la investigación, la cual ha llegado a saturarse, al punto que viene ahogando
el espíritu científico que requiere mucho de lo formativo y de lo heurístico
que del dirigismo burocrático. En esto, no se le puede acusar a las
universidades serias (nacionales y privadas) que hacen denodados esfuerzos por
alentar el trabajo de investigación con inversiones propias y ayudas que los
investigadores consiguen de instituciones peruanas y extranjeras, con el apoyo de la institución.
Entre líneas, la Comisión de la “Segunda Reforma”,
reconoce cómo la legislación de la década del 90 ha distorsionado el ser de la
universidad, lo hace sin referirse al D. Leg. 882, terreno fangoso que toca
poderosos intereses y enaniza a la universidad mayoritariamente, pues es de
reconocer que existen un par de universidades con dueños que ofrecen productos
académicos con calidad, pero dirigidos a quienes pueden pagar las cuotas que
demandan. Esa degeneración no es responsabilidad de la Universidad, ni de la
Reforma Universitaria (la primera).
El Trabajo concluye postulando lo que titula una idea
general sobre la universidad y propone unos planteamientos
y objetivos, siempre más ideales y nada concretos; más dependientes de la
voluntad humana, que de una solución normativa.
*Del libro de Guillermo G. Guerra Cruz. Testimonio de una
Gestión universitaria
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