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El presente Blog incluye escritos jurídicos, educacionales y comunicológicos de mi producción intelectual, como tmb escritos de otros autores.






sábado, 10 de agosto de 2013

UNIVERSIDADES PRIVADAS Y UNA GRAN UNIVERSIDAD

UNIVERSIDADES PRIVADAS Y UNA GRAN UNIVERSIDAD*

Aspiraciones educativas

Razones históricas en materia de educación condujeron la preferencia de padres de familia y de jóvenes  hacia la profesión con estatus  universitario, desdeñando la situación de educación superior no universitaria y peor, la que se conoce como artes y oficios o simplemente de oportunidades laborales a pesar de que éstas profesiones, artes y oficios serían, precisamente, las puntas de  lanza para el despegue industrial y del desarrollo del país.

La demanda educativa de nivel superior universitario fue siempre de gran volumen y la concepción  para organizar universidades, estricta y acorde con el sentido, supuesto,  de dar oportunidades a una élite intelectual,  dejando, así, afuera un volumen importante de postulantes y de esperanzas de la familia. El asunto era, si quienes alcanzaban ser seleccionados fueron siempre talentosos y estudiosos y los que quedaban fuera habrían sido los lentos y perezosos o si tales limitaciones eran motivo de pérdida de talentos.      

Sin entrar al fondo de ese asunto, la organización universitaria estuvo siempre en los tapetes políticos, con el criterio elitista, y el riesgo de conflictos sociales, en aumento, como consecuencia del sinsabor de los “fracasos” y de las desilusiones de las familias.

Lo lamentable en estos asuntos es la inexistencia de un plan integral del desarrollo del País, en donde se articule el sistema educativo con las reales necesidades del crecimiento y del desarrollo. Simplemente se trabaja al día y sobre la base de legislaciones tópicas, es decir aisladas entre sí. La educación tiene que estar estrechamente ligada a la realidad económica social del país y no a la fuerza, sino, de modo real y natural.     

Universidades privadas

La universidad privada en el país era una posibilidad para satisfacer  las aspiraciones de la juventud y de sus familias y así lo hacía y hubo universidades privadas, como las hay, que proyectaron prestigio y satisfacción; pero de ahí a promover el desorden y la exageración del crecimiento de la cantidad de profesionales, sin importar la calidad de los mismos, hay distancia que veremos en otro artículo a propósito de la particularización de la universidad.  

Para referirnos al Norte del país (Perú-Sudamérica), esta situación y la exagerada cantidad de postulantes que se quedaban fuera, generó el afán de la sociedad civil de dar apertura a la satisfacción de esa demanda insatisfecha, pues siempre estuvo presente en la legislación la posibilidad de promover la organización de universidades de Derecho privado  sin fines de lucro, frente a las universidades de Derecho público; pero, sin desnaturalizar la esencia corporativa institucional, es decir, fundadas por Ley y conducidas por la comunidad universitaria (Profesores, estudiantes y egresados), bajo formas democráticas. En este caso, el titular del dominio patrimonial es y fue la universidad, como ente nacional no público y no, los promotores (como lo es en la caso de las particulares). Así, hasta 1987 surgieron universidades privadas en diversos lugares del país: en Piura, La UDEP; en Chiclayo, La Universidad privada de Chiclayo  y en Chimbote,  dos universidades: La Universidad privada de San Pedro y la Universidad Los  Ángeles de Chimbote. En las dos últimas, con gran esfuerzo, ejercieron docencia un grupo de académicos de la Universidad Nacional de Trujillo.

Una gran universidad

El 26 de julio, próximo pasado, cumplió 25 años de su fundación la Universidad Privada “Antenor Orrego”, consecuencia de la iniciativa de  un grupo de académicos que prestaban servicios docentes en las universidades privadas de Chimbote y, a pesar del desaliento que existía en el medio, en razón de que ya se le habría negado, injustamente, a otra generosa iniciativa local; no cejaron en su propósito e inspirados en los principios académicos,  fuera de contaminaciones político-partidarias y, por encima de ello, se agruparon en una asociación civil promotora, cuya primera Junta Directiva estuvo presidida por el Dr. José Veneros Chávez e integrada por los profesores Lorenzo Santillán Castillo  (Vicepresidente), Alfonso Villanueva Vásquez (Secretario), Felícita Peralta Chávez de Lozano (Tesorero), Edú Gilberto Cabanillas y Luis Gorritti Sánchez (Vocales), además, Pedro González Cueva y Luis Sánchez Vásquez.  Así, en conformidad con Ley se presentó el proyecto y absolvieron las observaciones, tocándole al Presidente de la Junta, Dr. Veneros Chávez, realizar las acciones necesarias, las que se impulsaron con gran esfuerzo y dedicación, hasta obtener el éxito, alcanzado con la consecución de la Ley de su creación, 24870, promulgada el 26 de julio de 1988, como una universidad, social y con peso en la tecnología.

A partir de ahí, se puso en marcha la organización de la nueva universidad, la que, finalmente, quedó a cargo de una tercera Comisión Organizadora, presidida por el  Dr. Aurelio Lazo Vílchez, el Dr. Abundio Sagástegui, como Vicepresidente Académico y el Dr. Luis Gorriti Sánchez,  como Vicepresidente Administrativo; comisión que alcanzó la institucionalización de la Universidad e impulsó con éxito la implementación de la misma, constituyéndose una Asamblea Estatutaria (enero 1995)  que, luego,  dio lugar a la instalación de los órganos de gobierno: Asamblea universitaria, Consejo universitario y Rector, eligiéndose, por la Asamblea, al Dr. Luis Gorriti Sánchez como el primer Rector de la Upao y a los Dres. Arnaldo Estrada Cruz y José Veneros Chávez como Vicerrectores en lo Académico y en lo Administrativo. Correspondiéndole a las siguientes gestiones el esfuerzo para posicionar la marca Upao y encauzarla en el marco de una gestión contemporánea con tecnología de punta, infraestructura apropiada a la educación universitaria,  siempre en el contexto de una dinámica de respeto a la autonomía de los órganos de gobierno, de ingreso, contratación y  evaluación objetiva de la docencia; de cara a la excelencia de sus servicios académicos.           

Así, no obstante  haber llegado al posicionamiento de su marca, conseguido tras sacrifico constante de la comunidad universitaria en el curso de estos 25 años, cumplidos, hay que destacar como una feliz iniciativa haber escogido  para su patrocinio el nombre de Antenor Orrego, como un humanista y educador nacional  de calidad universal y un consecuente luchador social, por encima de enclaustramientos ideológicos, de personalidades extranjeras y de protagonismos fatuos  que niegan la esencia del ser universidad,  denigran la docencia universitaria y desnaturalizan la naturaleza del proyecto social.


FELIZ ANIVERSARIO UPAO, UNA GRAN UNIVERSIDAD


lunes, 5 de agosto de 2013

RELACIONES PÚBLICAS: REFLEXIONES

 RELACIONES PÚBLICAS: REFLEXIONES

La problemática.

Como toda actividad profesional, las Relaciones públicas se enfrentan con la necesidad de la definición del  perfil de su quehacer,  de su reconocimiento y protección legal para llegar a la convicción del usuario de los beneficios que se pueden obtener para él y el medio en el  que se desenvuelve.
Expondremos estas reflexiones en tres ejes: En primer lugar el eje de la identidad, un segundo eje el de su reconocimiento y protección legal y un tercero, el de los beneficios para el usuario y la sociedad.

I. La Identidad de las Relaciones Públicas.  

No se trata de hacer una definición de las Relaciones públicas, pues para ello bastará recurrir a la abundante literatura especializada y encontrar las más diversas; pues, cada autor pretende la originalidad de este presupuesto y ello puede justificarse por el tipo de investigación o el propósito que con su trabajo se pretenda. Por otra parte, es una inquietud que estuvo y está como labor permanente de la persona en sí y de los quehaceres institucionales, empresariales y de responsabilidad profesional. Por ello, enfocaremos este asunto por la precisión de la misión de las Relaciones públicas, su ejercicio profesional de servicio y profesional académico.
Quiero sí afirmar que las relaciones públicas como ciencia y como tecnología no basan su misión en hacer simpáticos a personas e instituciones o empresas; pues su misión apunta más allá del simple parecer.

1.   La Misión.

Lo principal es precisar cómo reconocemos esa actividad que denominamos Relaciones públicas, por lo que es y debe hacer, específicamente, en relación con otras en su género,  con las cuales  debe compartir en un mutuo apoyo desde la perspectiva sistémica, para comprender la unidad de los fines, como con el periodismo, publicidad y marketing social. Nada se consigue tratando de ser superior a éstas u otras actividades con las que se comparte el conocimiento y las técnicas, porque unas y otras intercambian información, salvando las individualidades de cada cual y lo importante es fijar las correspondientes misiones. Esto, que es fácil de escribirlo y recitarlo, no lo es en la práctica.
Con respecto a precisar su misión, podemos partir diciendo que las Relaciones públicas tienen como misión fundamental constituir las necesarias bases de información de la que debe disponer la empresa, institución o individuo para orientar las políticas y estrategias sociales externas e internas, de acuerdo a los fines de la unidad a la cual sirve. Me refiero, no a las informaciones especializadas que le corresponderán a las diversas profesiones, según los fines de cada individuo, colectivo o personal; sino de lo que importa a las relaciones que se generan con los públicos externo (general y objetivo), interno (directivos, funcionarios, colaboradores) y mixto (accionistas, proveedores, distribuidores), con la finalidad de generar y mantener en grados de eficiencia y de eficacia lazos de solidaridad y mutua comprensión en relación a intereses comunes; trazadas que hubieran sido las políticas empresariales o institucionales o las individuales, según fuera el usuario.

2.   Las Relaciones públicas como Profesión.

Dependiendo de la organización educativa en cada país, las Relaciones Públicas pueden o no ser reconocidas como profesión de alto nivel y no requerirse para su culminación el grado de bachiller como grado o subgrado académico, por lo que significa mantenerlo a nivel no universitario. Es más, es posible también que de acuerdo a la concepción de profesión ésta sea meramente una actividad posible de ser desempeñada por cualquiera fuera la profesión o las necesidades del usuario. Así, pueda corresponderle al periodista o sociólogo o antropólogo o psicólogo o a otras profesiones del sector de ciencias humanas o de acuerdo a la Institución o Empresa ser encargada a un profesional del giro; así, en un hospital encargársela a un médico o enfermera o profesional de la educación. Para beneficio de la sociedad, esta perspectiva va siendo superada y las Relaciones públicas, reconocida ya como ciencia y tecnología se les conceda legalmente su propia identidad. Es el caso del Perú, en donde las Relaciones Públicas está reconocida propiamente, como veremos más adelante.

2.1. Las Relaciones Públicas como profesión de servicio

El profesional en relaciones públicas es un gestor de las comunicaciones con el propósito de aportar conocimientos mutuos entre el usuario de su servicio y los públicos que tendrán como resultado el afecto y la comprensión mutua. En tal sentido, debe estar dotado de una sólida base de conocimientos humanísticos, de las tecnologías instrumentales y  de habilidades específicas para adelantarse a los sucesos que importan a los objetivos de la actividad del usuario de los servicios de relaciones públicas. Como su nombre lo indica, se trata del ejercicio concreto a los fines prácticos de personas, instituciones y empresas y esto puede suceder a nivel puramente técnico operativo; acreditable con un título expedido por un Instituto Superior no universitario  o
superior con habilidades para investigar y asesorar en la materia; acreditable con la Licenciatura, concedido por una Universidad, pero no necesariamente dirigido a la creación de conocimiento.    

2.2. Las Relaciones públicas como Profesión académica.
Las  Relaciones públicas, por la naturaleza de  su quehacer o misión fundamental, constituyen un sector de estudio  e investigación. De estudio, porque como actividad requerida para conseguir los resultados de su misión, desde su identificación teórica y de las metodologías de realización, es menester desarrollar un proceso de aprendizaje teórico fundamentalmente que puede estar referido al ejercicio profesional de la investigación científica,  de aporte al conocimiento, porque identificadas  las relaciones públicas como  hecho y fenómeno dirigidos a la comprensión de seres pensantes, este conocimiento tiene que verificarse, analizarse, validarse, recrearse y hasta generarse ex novo,  en sí y en sus relaciones con las ciencias y técnicas que le sirven para satisfacción de sus fines y  del desarrollo social y político. Se ejerce fundamentalmente en la enseñanza de nivel universitario y en los gabinetes de asesoramiento en lo más alto. Su acreditación requiere de los grados académicos de maestro y de doctor, como postdoctorado.

3. Las Relaciones Públicas como ciencia.  

Para nuestros efectos, consideramos las Relaciones Públicas como una disciplina encrucijada; es decir, una ciencia aplicada, sobre la base de ciencias humanas básicas que concurren a su formación. Así, tiene como núcleo de conocimiento a las relaciones interindividuales debidamente organizadas con propósitos comunes específicos involucrados a fines  sociales, económicos o políticos al servicio de personas naturales y colectivas.        

II  El reconocimiento y la protección legal.

1.   Reconocimiento en el medio social, económico y político
En el marco de nuestra realidad, podemos empezar preguntándonos, ¿existe en nuestro medio el reconocimiento expreso de la necesidad de una profesión  de las Relaciones Públicas en el sentido que lo hemos expresado?

Al parecer, la actividad que corresponde a las relaciones públicas se siente, más desde las perspectivas puntuales como las de promover la imagen de los principales personajes o de la empresa o institución o como un modo de enfrentar las dificultades cubriendo el rostro de los responsables de la empresa y exponiendo el suyo. Esta visión ya se ha negado desde en diversos foros por trabajos y  eventos realizados organizacionalmente por las instituciones especializadas buscando el posicionamiento auténtico de la misión de las relaciones públicas y de las que las ejerce profesionalmente.

La profesión de las relaciones públicas, en el conjunto de las Ciencias de la Comunicación, carga con la desventaja de su confusión y hasta limitación con la pluralidad de conocimientos y de técnicas que son instrumentos valiosos para la realización de sus fines  y se le recluye como si el producto de su trabajo se expresara en las necesarias atenciones de protocolo o sonrisas que convencen a directivos, empleados y clientes o usuarios, de modo que cualquier persona, por sus apariencias o importancia y posicionamiento en el medio,  sería competente para llevarlas adelante; considerando que todos sus quehaceres se resumen en la “simpatía” que “el relacionista”, pudiera reflejar. Sin negar que algo de eso exista como en cualquier expresión humana y como lo hemos ya expresado,  la misión de las  relaciones públicas, como quehacer profesional, están mucho más allá y por ello es menester afirmar su identidad y posicionarla, de modo específico, en el conjunto de las ciencias sociales y de sus herramientas o técnicas necesarias para su desarrollo. Esto, va resultando ya una agonía en su realización y alcances, dependiendo del sector usuario.

El asunto es que los directivos y ejecutivos tomen conciencia de la necesidad de esta misión, como productora de los necesarios insumos para la formulación de políticas comunicológicas y su contribución con las políticas generales de la empresa, de modo que se le considere como parte de los cuadros estratégicos,  se le dote racionalmente de los recursos necesarios, de acuerdo a la planificación y se evalúen los resultados.   

2.  Reconocimiento legal y legitimidad.   

Formalmente, esto es un asunto zanjado en el Perú y otros países; pues la profesión de servicio  de relacionista público tiene su representación en el Colegio de Relacionistas Públicos del Perú, creado por la Ley 25250 de junio de 1990 como entidad de Derecho público y su modificatoria 28249 pero el asunto está más allá, es decir, que el cuerpo de relacionistas a nivel nacional perciba esta ley, como el instrumento de orientación del ejercicio de esta delicada misión y participe en todos sus aspectos de la misma, porque una ley debe ser querida y cumplida y ello depende de su desarrollo; pues pudiera resultar que el acceso a la membresía y la dinámica de su funcionamiento sean elementos disuasivos, de modo que, no obstante la existencia de la norma, no exista el ánimo de ponerle fuerza y llevarla adelante; pues no todo lo legal es un asunto de declaración, sino, de vivencia y esto es lo más importante.

Tal como se encuentra diseñada en la ley, la obligatoriedad de control del ejercicio en Relaciones públicas por profesionales con título expedido por una universidad, esto queda, prácticamente, para ser exigida más en la Administración pública que en la Administración privada.

III. Los beneficios para los usuarios y para la sociedad.

La sociedad, cualquiera fuera su expresión, económica, política  o de solidaridad es un todo compuesto por individualidades en una red de intereses que deben ser conciliados micro y macro institucionalmente.

1. Empresarialmente. Las empresas, entendidas como formas de buscar beneficios económicos requieren el conocimiento de las diversas expresiones del mercado como espacio de cobertura de necesidades que deben satisfacerse con productos y servicios y este es un mundo complejo (público externo) y del sentir y apreciaciones de sus accionistas, directivos y colaboradores (público interno); pues todos ellos están comprometidos con los procesos para cumplir con los objetivos; pero, cada grupo e individuo  espera sus compensaciones, las que no siempre se estiman por éstos, objetivamente y más bien se aprecian subjetivamente y  ello se refleja en satisfacciones e insatisfacciones que se traducen en rumores y conflictos. Aquí encontramos conflictos asociativos que repercuten en las deliberaciones y decisiones de directorios o juntas generales o conflictos gremiales o hasta de clientelas. El trabajo de las relaciones públicas, en estos casos, puede evitar o paliar los efectos negativos y generar  espacios que faciliten las negociaciones para equilibrar la avalancha de intereses y se obtenga una corriente de mutua comprensión. y de facilitaciones para posicionar su marca. 

En todo caso, el efecto de una planificada y constante acción del relacionista público se traduce en un ahorro de costos económicos  y de mejoramiento de  la eficiencia, apuntando a la eficacia de los públicos internos, como de reconocimiento de los públicos externos .  

2. Políticamente. En lo político la situación es mucho más difusa, dependiendo de los niveles y jurisdicciones, pues los instrumentos propios del trabajo del relacionista entran en una fuerte contradicción, de modo que todo esto es posible de ser previsto por un buen trabajo del relacionista, sobre los puntos neurálgicos que hubiera detectado inteligencia  o se hubieran propuesto como hipótesis de las ocurrencias. La ventaja en este ámbito es el nivel positivo que permita la gobernabilidad y  alcance la paz social.

3. Solidariamente. En las organizaciones solidarias, como las sociales, deportivas y religiosas, las relaciones públicas pueden aportar una mayor comprensión en los fines propios de cada organización y traducirse en mayor confianza para involucrarse en ellas y mejores disposiciones de la comunidad para alcanzar aportes económicos o apoyos físicos, como es, por ejemplo, el voluntariado que fortalezca la realización de sus fines.

CONCLUSIÓN:

Finalmente, para concluir con estas reflexiones muy puntuales, sólo me queda desear éxito en la gestión de las organizaciones dedicadas a cimentar el ejercicio profesional del relacionista en las labores emprendidas para potenciar el conocimiento y las destrezas de sus asociados y puedan con confianza enfrentar los retos cada vez más exigentes en todas las profesiones comunicológicas y de modo especial en la profesión del relacionista, pues las tecnologías de las comunicaciones agudizan la competencia y  el procesamiento de las informaciones para ser utilizadas por la empresa se hace más complicado y urgente; hoy más que nunca con el desarrollo de las tecnologías de la información y del conocimiento.

Espero que estas reflexiones puedan servirles en algo a quienes hubieran emprendido los estudios en Ciencias de la Comunicación o específicamente en Relaciones Públicas. También a quienes tienen interés en hacer crecer con éxito y responsabilidad social sus actividades económicas o políticas o solidarias.