DEMOCRACIA,
GOBERNABILIDAD Y DISCIPLINA
La democracia, como opción de
organización del Estado, si no resulta la
que desearían muchos, es el mejor modelo que por el momento tenemos y, aquí, no
se trata de apoderamientos exclusivos si
es propio de izquierda o de derecha, porque estas calificaciones van resultando
equívocas o ambiguas, al punto de que en algún momento se acuñó la expresión de
izquierda democrática. Es un asunto de adaptación a la realidad cultural e
histórica de cada país que la adopte. Un aspecto álgido en su organización son
las instituciones que garanticen su estabilidad en función de la gobernabilidad
y se genere dinamismo en las relaciones
dialécticas de pueblo y eficiencia gubernamental.
De acuerdo a las modernas corrientes
se adapta el modelo de democracia social y se suma el atributo de
constitucional y funciona sea en un Estado unitario o federal, con las
variaciones consiguientes. Lo
democrático es lo político, la conjugación de la voluntad popular para la
constitución de los titulares de gobierno, es decir, representatividad. Lo social tiene que ver con el equilibrio en
la distribución de la riqueza, la seguridad del bienestar, de modo que todos
los miembros individuales de la organización social puedan gozar de una buena
calidad de vida.
Quiero poner la atención en el atributo
de representatividad, que permite a los miembros de las colectividades
nacional, regional y municipal elegir a los titulares de los órganos máximos de
gobierno y exige la creación y desarrollo de mecanismos para el control del
ejercicio de los elegidos y la
protección de los derechos de ciudadanos, paisanos y vecinos.
Ese derecho de elegir debe
compadecerse con el de responsabilidad individual u orgánica. Individualmente,
se tiene que responder al concepto de libertad y de conciencia. Cada elector
debe ser consciente de que el destino colectivo depende de lo que está
decidiendo en las urnas y no dejarse arrastrar por la propaganda o las prebendas.
Orgánicamente, es un asunto de organización de auténticos partidos políticos
que respondan a una doctrina,
desarrollen una ideología y programas de gobierno de los que asumen
responsabilidad, encauzando de este modo la libertad individual de elección.
Pero, al fin, estará siempre presente la responsabilidad individual.
Constituidos los órganos de gobierno,
los responsables de los mismos han de conducir la gestión en el marco de la ley
y de los compromisos, dejando los intereses individuales y afirmarse en los
principios de servicio a la Nación, para lo cual requieren del apoyo del
ciudadano, paisano o vecino. Esto, sin embargo, es muy complicado, pues al fin
la sociedad no es un homogéneo; sino, un heterogéneo de intereses y cada cual
quiere jalar hacia los suyos y, si no; entonces, la amenaza de la revocatoria o
simplemente la generación de violencia para que los titulares elegidos y
juramentados dejen sus puestos para repetir el proceso de elección. Por otra
parte, hay pueblos con una cultura política muy sólida y otros en desarrollo o
incipiente de modo que la democracia puede operar como una autocracia; pues
quien tenga el poder podría manipular o direccionar la voluntad popular en su
propio beneficio.
La revocatoria es una institución que quiere gratificar el
ejercicio democrático y no puede ponerse al servicio de los intereses de unos
cuantos, quienes, luego por el ejercicio de la propaganda y valiéndose de todos
los medios hacen una caricatura de los gobernantes y se convierten en una
especie de salva vidas para los perdedores de las elecciones o para los
funestos intereses, financistas de la revocatoria; maltratando de este modo la
posibilidad de la gobernabilidad que ha de garantizarse desde los resultados de
las elecciones hasta el final de la gestión.
La institución de la revocatoria debe
fundarse en causales sustanciales, relativas a los programas de gobierno o
defenestraciones graves de la ley y de la ética, debidamente expuestos por
órganos especializados del control gubernamental o de decisiones judiciales, caso contrario, todo gobernante que quiera
poner orden y defender los intereses colectivos y enfrentarse a las mafias,
tocando sus intereses, ha de exponerse a la rabia de los que siempre
aprovecharon del desorden, cuyo mantenimiento buscarán sin importarles el país,
la región o el municipio.
En la vida de un país hay momentos muy
difíciles que los gobiernos en ejercicio deben afrontar; pero ello no sólo es
posible como acción de los titulares del gobierno; sino que es tarea de todos
los miembros del Estados, es decir de la nación y ello es sumamente difícil y
dependerá de la tradición de los pueblos y de la solidez de la ética de las
gentes del gobierno.
La crisis en el mundo occidental es
esa prueba de fuego a las circunstancias que exponemos. Como puede suceder en
las familias, todos tendrán que ajustarse el cinturón y no sólo las clases que
sufren siempre y ello exige el máximo de solidaridad y de responsabilidad.
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