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martes, 5 de febrero de 2013

DEMOCRACIA, GOBERNABILIDAD Y SOLIDARIDAD


DEMOCRACIA, GOBERNABILIDAD Y DISCIPLINA

La democracia, como opción de organización del Estado,  si no resulta la que desearían muchos, es el mejor modelo que por el momento tenemos y, aquí, no se trata de apoderamientos exclusivos  si es propio de izquierda o de derecha, porque estas calificaciones van resultando equívocas o ambiguas, al punto de que en algún momento se acuñó la expresión de izquierda democrática. Es un asunto de adaptación a la realidad cultural e histórica de cada país que la adopte. Un aspecto álgido en su organización son las instituciones que garanticen su estabilidad en función de la gobernabilidad y se genere  dinamismo en las relaciones dialécticas de pueblo y eficiencia gubernamental.

De acuerdo a las modernas corrientes se adapta el modelo de democracia social y se suma el atributo de constitucional y funciona sea en un Estado unitario o federal, con las variaciones consiguientes.  Lo democrático es lo político, la conjugación de la voluntad popular para la constitución de los titulares de gobierno, es decir,  representatividad.  Lo social tiene que ver con el equilibrio en la distribución de la riqueza, la seguridad del bienestar, de modo que todos los miembros individuales de la organización social puedan gozar de una buena calidad de vida.

Quiero poner la atención en el atributo de representatividad, que permite a los miembros de las colectividades nacional, regional y municipal elegir a los titulares de los órganos máximos de gobierno  y exige la creación  y desarrollo de mecanismos para el control del ejercicio de los elegidos  y la protección de los derechos de ciudadanos, paisanos y vecinos.

Ese derecho de elegir debe compadecerse con el de responsabilidad individual u orgánica. Individualmente, se tiene que responder al concepto de libertad y de conciencia. Cada elector debe ser consciente de que el destino colectivo depende de lo que está decidiendo en las urnas y no dejarse arrastrar por la propaganda o las prebendas. Orgánicamente, es un asunto de organización de auténticos partidos políticos que respondan a una doctrina,  desarrollen una ideología y programas de gobierno de los que asumen responsabilidad, encauzando de este modo la libertad individual de elección. Pero, al fin, estará siempre presente la responsabilidad individual.

Constituidos los órganos de gobierno, los responsables de los mismos han de conducir la gestión en el marco de la ley y de los compromisos, dejando los intereses individuales y afirmarse en los principios de servicio a la Nación, para lo cual requieren del apoyo del ciudadano, paisano o vecino. Esto, sin embargo, es muy complicado, pues al fin la sociedad no es un homogéneo; sino, un heterogéneo de intereses y cada cual quiere jalar hacia los suyos y, si no; entonces, la amenaza de la revocatoria o simplemente la generación de violencia para que los titulares elegidos y juramentados dejen sus puestos para repetir el proceso de elección. Por otra parte, hay pueblos con una cultura política muy sólida y otros en desarrollo o incipiente de modo que la democracia puede operar como una autocracia; pues quien tenga el poder podría manipular o direccionar la voluntad popular en su propio beneficio.

La revocatoria es una  institución que quiere gratificar el ejercicio democrático y no puede ponerse al servicio de los intereses de unos cuantos, quienes, luego por el ejercicio de la propaganda y valiéndose de todos los medios hacen una caricatura de los gobernantes y se convierten en una especie de salva vidas para los perdedores de las elecciones o para los funestos intereses, financistas de la revocatoria; maltratando de este modo la posibilidad de la gobernabilidad que ha de garantizarse desde los resultados de las elecciones hasta el final de la gestión.

La institución de la revocatoria debe fundarse en causales sustanciales, relativas a los programas de gobierno o defenestraciones graves de la ley y de la ética, debidamente expuestos por órganos especializados del control gubernamental o de decisiones judiciales,  caso contrario, todo gobernante que quiera poner orden y defender los intereses colectivos y enfrentarse a las mafias, tocando sus intereses, ha de exponerse a la rabia de los que siempre aprovecharon del desorden, cuyo mantenimiento buscarán sin importarles el país, la región o el municipio.

En la vida de un país hay momentos muy difíciles que los gobiernos en ejercicio deben afrontar; pero ello no sólo es posible como acción de los titulares del gobierno; sino que es tarea de todos los miembros del Estados, es decir de la nación y ello es sumamente difícil y dependerá de la tradición de los pueblos y de la solidez de la ética de las gentes del gobierno.

La crisis en el mundo occidental es esa prueba de fuego a las circunstancias que exponemos. Como puede suceder en las familias, todos tendrán que ajustarse el cinturón y no sólo las clases que sufren siempre y ello exige el máximo de solidaridad y de responsabilidad.

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