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domingo, 2 de diciembre de 2012

JUSTICIA Y DESARROLLO


JUSTICIA Y DESARROLLO

Guillermo G. Guerra Cruz


Nos referimos aquí a la Administración de Justicia y, particularmente, a lo que acaece en nuestro país; aunque mucho de lo que diremos no sólo resulta privativo de un solo Estado. Cuando las encuestadoras buscan la opinión de la ciudadanía sobre los servicios judiciales, encuentran una franca decepción e insatisfacción popular, apreciación que arrastra a buenos y deficientes, sin explicaciones de lo complejo de esta labor y, peor aún, de los defectos en la estructura y en las posiciones orgánicas del ejercicio judicial, sometidos, no raramente, a presiones de diversa índole que amenazan su tranquilidad y hasta su estabilidad.     

Inversionistas y Justicia

Los países inversionistas demostraron, frecuentemente, desconfianza en este aspecto, llegando a calificar en un mismo saco a países subdesarrollados y en desarrollo, con expresiones como “países en los que se compra y se vende la justicia”.  Vale decir que aunque uno de los litigantes tuviera la razón, sólo la tendrá el mejor postor.

Hay una serie de expresiones que parecieran justificar esta forma de ver a este Poder del Estado, así,  “más vale un mal arreglo que un buen juicio” y quien se encuentre al filo  de una situación de litigio, aun sabiendo de las patrañas en su contra y de la justicia de su causa, antes de exponerse a un proceso, evaluará los potenciales económicos y posibles influencias políticas del agraviante para tomar la decisión más conveniente.

Indeseable lobby

Existe la impresión de que en diversos niveles de la Administración de Justicia hay personalidades de alto nivel al servicio de ciertas fuerzas con tradición de poder político y económico, de modo que el litigante que contase con este arsenal le importará poco entrar a un arreglo y preferirá el litigio, sabiendo que está en condiciones de demorar o hasta de torcer el proceso a su favor, salvo particulares situaciones.  Peor aún, cuando resulta una vía de negociaciones indeseables por influyentes inescrupulosos, dispuestos a vender sus influencias y que hacen de ello un modo de vida.

Justicia y oportunidad

Otro aspecto importante es la oportunidad de la administración de justicia, porque como reza el dicho: “Justicia que tarda, no es justicia o deja de ser justicia”; sin embargo, si bien es posible algún atisbo de corrupción en ello, existen causas comprensibles, como la carga procesal o la naturaleza misma del litigio. El asunto es la vacilación para entrar a la realización de la justicia más allá de la forma y de la letra de la ley, pues por temor a contradecir decisiones superiores, no siempre aplicables a la causa, pero que se aproximan más o menos a ella, deniegan lo que es en sí de Derecho. Peor todavía, es el caso de que un mismo juez, personal o colegiado, resuelva de modo contradictorio casos en idéntica materia y situación procesal, con dictámenes fiscales sucesivos con el mismo tenor.

Justicia, legislación y logística

El desarrollo de un país exige una Administración de Justicia sólidamente preparada y de una ética elevada. Esto importa legislación y jurisprudencia coherentes con los principios fundamentales del Derecho, organización eficiente que garantice la estabilidad de los jueces y del personal técnico y administrativo que  les permita, en especial a estos últimos, un ritmo de vida en buenas condiciones; recursos suficientes y oportunos para mantener la logística al nivel de los avances tecnológicos y una adecuada administración del sistema.

Algunas adecuaciones

Con el objeto de mejorar la Administración de Justicia, se han dado avances importantes, como la introducción de la oralidad, dirigida a acelerar los procesos, aproximación a una adecuada selección de los jueces para mejorar la calidad de los potenciales humanos y el desarrollo de la justicia arbitral, en orden a sentar confianza en los litigantes. Muy importante, desde la Constitución del 79, fue la introducción de las acciones de garantía y  la Justicia Constitucional.

Sistema disciplinario y corresponsabilidad

El sistema disciplinario debe enfocarse adecuadamente a la luz de nuestra cultura y tomando sólo referencias de los sistemas comparados. Si bien es verdad que el orden jerárquico localiza la disciplina al interno, el asunto es la imparcialidad en los procedimientos y sus resultados para evitar eso de que “otorongo no come otorongo”.

La eficiencia de la Justicia no sólo es de responsabilidad de los jueces y del personal asistente y auxiliar, lo es también de la colectividad de operadores jurídicos, de las Escuelas de Derecho y de los cientistas del Derecho. 

Trujillo-Perú.

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