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jueves, 26 de julio de 2012

CONGA ENTRE LA VERDAD Y LA DUDA


CONGA ENTRE LA VERDAD Y LA DUDA
Guillermo G. Guerra C.
Colaborador.

Una gran masa de campesinos y trabajadores agropecuarios se han puesto de pie en parte de la región de Cajamarca, elevando su protesta por el asunto de la explotación minera, específicamente por el asunto del Proyecto minero “Conga”. Hasta aquí, lo que todos conocemos, lo que pudiera parecer un encaramelamiento mediático, puesto en términos de resistencia al “crecimiento y al desarrollo económico y a los intereses nacionales” y presentado el acontecimiento  como una terquedad de las masas y una rebelión al Estado de Derecho, por terroristas sin alma y antipatriotas. Sin embargo, considero que el problema es mucho más profundo y se mueva, más bien, en busca de la justicia que siempre se reclamó con diversas metodologías o tácticas, no siempre acertadas; pero que nunca fue escuchada, ni menos concedida, en razón de turbias componendas sucedidas por tiempos entre los dominios económico y político.        
El asunto del Patrimonio
Nadie puede negar que los recursos naturales renovables y no renovables sean patrimonio de la Nación y que el Estado en el marco de la soberanía, sea el administrador de los mismos, pero es el caso que esos recursos están afincados en una jurisdicción menor y específica, sobre la cual vive, crece y se desarrolla un colectivo humano que no sólo tiene necesidades materiales; sino, algo más profundo, concepciones del mundo y de la vida que se deben conocer y respetar, pues antes que las posibilidades administrativas, están las posibilidades vitales que no sólo son materiales; sino, espirituales y considero a éstas como el motor de los valores que tanto reclamamos y clave para un equilibrado desarrollo social.  Estoy convencido, hasta donde todos apreciamos, que este aspecto no se está tomando en cuenta para nada.
El Derecho de los pueblos
Los colectivos humanos tienen derecho a decidir su destino y ellos, mejor que nadie, saben cómo han de conducir su vida, crecimiento y desarrollo, en el marco de la unidad nacional y de  un ordenamiento jurídico, el que no sólo es un conjunto de abstracciones, sino de acciones que han de responder a ese derecho fundamental. Este es el principio básico de la descentralización, en la que la conjugación de las partes ha de hacerse sobre realidades concretas y no supuestos, que sólo sirven de referencias para las primeras. Vale decir, si un pueblo considera que base de su subsistencia, crecimiento y desarrollo ha de realizarse sobre premisas del desarrollo agropecuario y el respeto al medio ambiente, las políticas nacionales han de tomar esto en consideración, como un factor substancial. En ello se han de comprender necesariamente los aspectos espirituales o creencias de esos colectivos, íntimamente vinculados a su historia y actividad económica, política y social.
La Verdad
Es posible de que  existan dudas sobre la intención de los promotores de esta defensa de la libre decisión, como de la que exista detrás de las reclamaciones y de que las mismas estén asépticas de intenciones puramente políticas, sin que les importe para nada los reales intereses del pueblo y esas dudas, para decirlo con indulgencia,  dan lugar a las monsergas que se aplican a los líderes y, particularmente, al Presidente Regional.
Por mi parte, considero que el Presidente Regional, consciente o no de ello, está cumpliendo la misión de un gobernante que se encaja en el alma de su pueblo, que vive esta realidad y pugna para que alguna vez sea escuchado.
Cajamarca es un pueblo, sustancialmente agropecuario, ancestralmente, religioso, cuyos mitos de su antigua religiosidad pervive en sus expresiones actuales. Estos pueblos siguen venerando a la Pachamama, es decir, al medio ambiente que comprende tierra, agua y lo que está encima y debajo de la tierra, a quien le deben su existencia y su supervivencia y desarrollo. Las lagunas no son simples depósitos de agua, son expresiones divinas y son las guardianas de su vida, salud y progreso. Los cerros siguen siendo divinos,  en ellos viven los espíritus y lo que tienen en sus entrañas es sagrado. El ambiente insufla en su ánimo el deseo de trabajar, de expresarse artísticamente y de ser mejores. Estos pueblos sienten en carne propia la agresión a la naturaleza que significa socavar cerros y secar lagunas, porque al final se quedarán vacíos.
La Duda
Por esta razón, tengo dudas de que puedan ser convencidos de lo contrario, sin tener la razón de una planificación evidente y razonable, más allá de lo puramente físico que les demuestre lo contrario a lo que les resulta evidente. No se trata de la intervención de la Iglesia, a la que se le compromete, al parecer, como que han de llegar a una conclusión de lo que se presupone “interés nacional”. 







1 comentario:

  1. Los pueblos sienten y presienten lo que ha de ser su futuro. En ello son pacientes. En sus esperanzas, pueden equivocarse y ser engañados y buscan por ello, desesperadamente, protección en sus gobernantes, a veces mitificados o en sus creencias y se aferran a los medios que los vinculan a éstos;es decir, a las cosas sagradas, los que para cada pueblo de la tierra son específicas y dignas de respeto.

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