CONGA
ENTRE LA VERDAD Y LA DUDA
Guillermo
G. Guerra C.
Colaborador.
Una
gran masa de campesinos y trabajadores agropecuarios se han puesto de pie en
parte de la región de Cajamarca, elevando su protesta por el asunto de la
explotación minera, específicamente por el asunto del Proyecto minero “Conga”.
Hasta aquí, lo que todos conocemos, lo que pudiera parecer un encaramelamiento
mediático, puesto en términos de resistencia al “crecimiento y al desarrollo
económico y a los intereses nacionales” y presentado el acontecimiento como una terquedad de las masas y una rebelión
al Estado de Derecho, por terroristas sin alma y antipatriotas. Sin embargo,
considero que el problema es mucho más profundo y se mueva, más bien, en busca
de la justicia que siempre se reclamó con diversas metodologías o tácticas, no
siempre acertadas; pero que nunca fue escuchada, ni menos concedida, en razón
de turbias componendas sucedidas por tiempos entre los dominios económico y
político.
El asunto
del Patrimonio
Nadie
puede negar que los recursos naturales renovables y no renovables sean
patrimonio de la Nación y que el Estado en el marco de la soberanía, sea el
administrador de los mismos, pero es el caso que esos recursos están afincados
en una jurisdicción menor y específica, sobre la cual vive, crece y se
desarrolla un colectivo humano que no sólo tiene necesidades materiales; sino,
algo más profundo, concepciones del mundo y de la vida que se deben conocer y
respetar, pues antes que las posibilidades administrativas, están las
posibilidades vitales que no sólo son materiales; sino, espirituales y
considero a éstas como el motor de los valores que tanto reclamamos y clave
para un equilibrado desarrollo social.
Estoy convencido, hasta donde todos apreciamos, que este aspecto no se
está tomando en cuenta para nada.
El Derecho
de los pueblos
Los
colectivos humanos tienen derecho a decidir su destino y ellos, mejor que
nadie, saben cómo han de conducir su vida, crecimiento y desarrollo, en el
marco de la unidad nacional y de un
ordenamiento jurídico, el que no sólo es un conjunto de abstracciones, sino de
acciones que han de responder a ese derecho fundamental. Este es el principio
básico de la descentralización, en la que la conjugación de las partes ha de hacerse
sobre realidades concretas y no supuestos, que sólo sirven de referencias para
las primeras. Vale decir, si un pueblo considera que base de su subsistencia,
crecimiento y desarrollo ha de realizarse sobre premisas del desarrollo
agropecuario y el respeto al medio ambiente, las políticas nacionales han de
tomar esto en consideración, como un factor substancial. En ello se han de
comprender necesariamente los aspectos espirituales o creencias de esos
colectivos, íntimamente vinculados a su historia y actividad económica,
política y social.
La Verdad
Es
posible de que existan dudas sobre la
intención de los promotores de esta defensa de la libre decisión, como de la
que exista detrás de las reclamaciones y de que las mismas estén asépticas de
intenciones puramente políticas, sin que les importe para nada los reales
intereses del pueblo y esas dudas, para decirlo con indulgencia, dan lugar a las monsergas que se aplican a
los líderes y, particularmente, al Presidente Regional.
Por
mi parte, considero que el Presidente Regional, consciente o no de ello, está
cumpliendo la misión de un gobernante que se encaja en el alma de su pueblo,
que vive esta realidad y pugna para que alguna vez sea escuchado.
Cajamarca
es un pueblo, sustancialmente agropecuario, ancestralmente, religioso, cuyos
mitos de su antigua religiosidad pervive en sus expresiones actuales. Estos
pueblos siguen venerando a la Pachamama, es decir, al medio ambiente que
comprende tierra, agua y lo que está encima y debajo de la tierra, a quien le
deben su existencia y su supervivencia y desarrollo. Las lagunas no son simples
depósitos de agua, son expresiones divinas y son las guardianas de su vida,
salud y progreso. Los cerros siguen siendo divinos, en ellos viven los espíritus y lo que tienen
en sus entrañas es sagrado. El ambiente insufla en su ánimo el deseo de
trabajar, de expresarse artísticamente y de ser mejores. Estos pueblos sienten
en carne propia la agresión a la naturaleza que significa socavar cerros y
secar lagunas, porque al final se quedarán vacíos.
La Duda
Por
esta razón, tengo dudas de que puedan ser convencidos de lo contrario, sin
tener la razón de una planificación evidente y razonable, más allá de lo
puramente físico que les demuestre lo contrario a lo que les resulta evidente.
No se trata de la intervención de la Iglesia, a la que se le compromete, al
parecer, como que han de llegar a una conclusión de lo que se presupone
“interés nacional”.
Los pueblos sienten y presienten lo que ha de ser su futuro. En ello son pacientes. En sus esperanzas, pueden equivocarse y ser engañados y buscan por ello, desesperadamente, protección en sus gobernantes, a veces mitificados o en sus creencias y se aferran a los medios que los vinculan a éstos;es decir, a las cosas sagradas, los que para cada pueblo de la tierra son específicas y dignas de respeto.
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