El presente ensayo pretende presentar ciertos perfiles de la personalidad en general, fuera de rigurosidad sicolica y sí, del sentido que pudiera resultar de la observación. Por cierto que no escapa una observación de esta forma de la subjetividad del observante, aunque pudiera verificarse de que efectivamente así resulta para muchos y para otros pocos que prefieren callar por prudencia o para evitar malas interpretaciones. A ver si nos miramos al espejo y a ver que resulta de nuestras apreciaciones.
EL PAVO REAL
Ese colorido y maravilloso plumaje,
que se exhibe esponjado en
grácil y pausado movimiento, pertenece a una ave rara que conocemos como pavo
real, pariente del horrible, pero muy útil gallinazo, guardián del medio
ambiente. El pavo real parece estar consciente de que su hermosura es todo lo
que tiene y todo lo que puede dar y en eso es un humilde animal. Por desgracia
para él, los humanos solemos compararlo
con ciertas personas que inconscientes de su poca utilidad, suelen adoptar
posturas similares, sacando el pecho, sofisticando su andar, estirando el cuello para mirar a su alrededor,
sin contestar el saludo de quienes considera inferiores.
Los hay de varias clases: Predestinados, Engreídos, Autosuficientes y
Vanidosos.
Los
predestinados
Habemos humanos que reclamamos posiciones preeminentes porque nos hemos
convencido que esa posición fue hecha para nosotros y no admitimos que otra
persona siquiera pretenda lo que creemos nos corresponde en exclusiva y que
imaginamos anterior a nuestro nacimiento. Entonces nos pavoneamos ante el
resto, exigimos el reconocimiento de ese derecho natural y combatimos
fieramente cualquier competencia al respecto. Si por el acaso alcanzáramos el
sitial de nuestras ambiciones, cualquiera hubiera sido la circunstancia,
entonces, no queremos dejarlo y si se nos fuerza a hacerlo tendremos como
enemigo al sucesor, como un intruso, advenedizo y usurpador, sin importar la
causa del remplazo. Sentiremos mancillado el plumaje y la galanura del pavo
real. Hay varias clases de predestinados: por el lugar de nacimiento, por
razones genéticas, por matrimonio, por
chochera de un protector y, también, por
el acaso; estos últimos son los más tercos.
Los
engreídos
Los hay, quienes por feos o por lindos, fueron engreídos de mamá o de
papá o de una vieja tía y como todo se les dio en casa, todo se lo reclaman al resto del mundo. A
veces, es un asunto de color o de apellido, Velázquez del Monte Pérez del
Alcázar o de la Parra y Riego de la Espiga
u otros ilustres nombres, ya deslustrados, sin tierras ni beneficios que
se desperdiciaron por tres generaciones. Sin embargo, también se empluman,
dejan de comer, usan mondadientes y apenas si alternan con otros que consideran
de menos alcurnia y que simplemente soportan por una cristiana humildad. Claro
que pagan el club, dejando uno o dos trimestres en mora o a los ralos
proveedores que incautos esperan el cumplimiento de esa mentira universal: ²mañana te pago². Este pavo real
exhibe las plumas de su linaje y considera una ofensa que no se le fíe o que no
se acepte su recomendación. Si por el acaso, ocuparan puestos de importancia,
sean públicos o privados, o les sonríe la fortuna, reclama saludos con venias a
todo ser que se le cruza en el camino, reservándose el privilegio de contestar
ese saludo, como en la fábula del gato y del león y revientan ofendidos, si el chofer les ofrece el asiento de
adelante.
Los
autosuficientes
No se trata del docto, ni menos del sabio, los que casi siempre son
seres humildes; sino, del sabelotodo, el que no admite opinión en contrario. Es
esa especie que apela a la experiencia para rebatir al joven o a la modernidad
para contradecir los argumentos de la experiencia o a lo ilustre de su
profesión o prosapia de su universidad o de las Escuelas primarias o
secundarias de las cuales egresaron, como si fueran actos de fe. Se considera dueño de las
editoriales y exclusivo lector de las revistas culturales y especializadas,
aunque no las conozca ni por el forro.
Cuenta las plumas de colores que adquiere en alguna barata y las exhibe
como si fueran propias. Para los autosuficientes basta su “nivel de
inteligencia” y “sagacidad” para resolver todos los problemas de la vida y del
trabajo y de los negocios, en particular. Ellos y sólo ellos son capaces
de resolver todos los problemas y
menosprecian las posibilidades de otros. Hablan, aunque no corresponda al
contexto, de semiótica, dialéctica, estadísticas y campanean las
palabras, que expresan en gesticulaciones teatrales y, como el pavo real, se
empluman en todo campo, pero al final sólo les queda la desilusión de los
magros resultados alcanzados, cuando no, del fracaso, cuya responsabilidad
eluden con el pretexto de que no fueron nunca comprendidos.
Los
vanidosos
Es la especie que halagada por la suerte hizo fortuna, o que la recibió
por herencia, aunque después la hubiera perdido. El vanidoso hace de lo
eventual o aleatorio o superficial toda su escala de valores. Los vanidosos son
ciertos individuos que fueron premiados
con la fuerza de la inteligencia o con la figura que recibieron en el reparto
de caras como beneficio gratuito del Todopoderoso o que, por méritos propios o
sin ellos, alcanzan posiciones de importancia en el conjunto colectivo, razón
por la cual, diría sinrazón,
menosprecian a todo el que a sus ojos carece de la misma condición que
ellos poseen o se castigan a sí mismos con la envidia para quien los posee.
Tratan de hacer ostensible sus categorías y nadie, mejor que ellos. Es el complejo de la reina bruja con Blanca
Nieves. El vanidoso es quizás el más representativo de la injusta comparación
con el pavo real. El vanidoso olvida que todo en esta vida es sólo prestado y que, como la palabra hombre
viene de humus que quiere decir tierra, a ella volvemos y que, más allá de la
muerte, sólo llevamos culpas y buenas acciones.
Mi
culpa
Por mi parte no me excluyo de ninguna de estas figuras, pues todo
dependerá de la ocasión y circunstancia, porque al fin y al cabo, es muy
difícil ser su propio juez y cuando se pretende semejante función ya se es un
poco engreído, autosuficiente, vanidoso y predestinado. Quizás si lo
predestinado sea discutible y quede para los que, en pose mesiánica, se
consideran los únicos con la estrella marcada para profetizar, dirigir los
destinos de pueblos o instituciones y constituir dinastías para el gobierno que
ejercen. Dios nos proteja de semejante especie de individuos.
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