EL
CUERPO DE CRISTO
El Corpus Christi es
una celebración de la catolicidad, dirigida a convocar la reflexión del
significado y trascendencia de la oferta de Jesús de su cuerpo y de su sangre
en la última cena. Su celebración en el mundo católico se adecua a las fechas
más convenientes, según las costumbres para esos efectos, tomando la relación con la fiesta de la
Santísima Trinidad, precisamente en la semana que culmina en este mes de mayo y
comienzos de junio, prefiriéndose el jueves o moviéndola hacia el día que dé la oportunidad a todas las gentes que
quisieran participar.
Como agua fiestas
La opinión que
expondré no pretende lucir ni tampoco deslucir estos esfuerzos para
convocar a la reflexión de los fieles del
significado del santísimo sacramento y de la razón de exponer la sagrada
custodia con gran boato que, a lo mejor, contradice la humildad del Maestro, al
hacer la oferta en la última cena a la
luz de la solidaridad de sus humildes discípulos y a los ojos de la traición,
presente en esos momentos. Menos mal que cuando se lean estas líneas, si es que
se leen, la fiesta ya habrá pasado y sólo quedarán los recuerdos de la belleza
de las alfombras de flores, de la
emoción de haber participado en la multitudinaria procesión y hasta la satisfacción de que
Jesús Cristo se quede preso en esa custodia hasta volverlo a mostrar.
Multitudes y fe
Los medios de
comunicación se complacen en portar la noticia con los datos numéricos de los
asistentes y las fotografías que mejor ilustran la procesión, destacando la
asistencia de la jerarquía eclesiástica y de las autoridades civiles y
militares, de los que estuvieron presentes. Es su misión y la encauzan de la
forma como el público lector la quiere conocer. El asunto de fondo es saber,
cuanto de esa multitud está allí entendiendo ese misterio de compartir el
cuerpo de cristo, cuantos están por cumplir con la obligación escolarizada y
con miras a los premios o castigos, cuantos
por el gozo de los amoríos, de la
curiosidad o del temor a la crítica de las cofradías y hermandades. Al fin, es
una forma de cada cual para llevar su fe.
El significado del misterio.
Lo importante es
reconocer que hemos de formar nuestra convicción de que la sagrada eucaristía
es una realidad, es decir, la expresión de la presencia de Cristo Jesús;
nuestro reflejo, nuestro sendero al encuentro divino y una expresión de unidad
y de solidaridad, a la luz de nuestras responsabilidades y de nuestros
derechos, como del derecho de los demás. Esto no es nada sencillo; pues, es
algo así, como la búsqueda de nuestra identidad, como cristianos, más allá de
fórmulas mágicas y de intermediarios.
Por lo demás, bienvenidas sean estas manifestaciones, si de ellas resulta la reafirmación de la fe cristiana, como realidad de vida.
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