Estimados cibernautas, terminadas las elecciones y asumidos los cargos de gobierno local y regional, hemos de asumir una actitud positiva y contribuir en todo lo que nos fuera posible para que las autoridades trabajen en orden a los programas que promovieron y cuya realización prometieron, sobre la base de una conducta honesta, lejos de protagonismos y de cara a obtener el máximo de eficiencia y de eficacia en sus acciones. Es esta la razón de las líneas siguientes.
LA HORA DE LA VERDAD
Vencida la primera
quincena del mes de enero y en curso las nuevas autoridades de los gobiernos
regional y local, es el momento de iniciar el cumplimiento de las promesas
hechas en campaña; como también, evaluar el panorama de la organización
política.
¡Ahora, es cuando!
No pocas de las autoridades
elegidas, apenas tomada posesión de los cargos, iniciaron de
inmediato las quejas sobre la escasez de rentas, las cuentas por pagar, las
obras inconclusas y sueldos y salarios no pagados por largos periodos, que
hacen incomprensible el cómo hayan podido vivir sin los necesarios ingresos a
los que todo trabajador tiene derecho. Todo ello, no puede tomarse como algo no
sabido y quienes postularon a los cargos tenían que contar con esas
dificultades y, desde ese punto, medir sus promesas; pues la realidad no es
mero deseo y tiene que ajustarse a lo posible, lo cual depende, de los recursos
financieros, potenciales humanos, tecnología y de todas las demás condiciones
para realizar una gestión pública de éxito. Como siempre, ahora, en la cancha,
es cuando hay que demostrar que se puede llevar la gestión pública, mejor que
la realizada por los que ya se fueron, lejos de lamentos vanos, de buscarle
tres pies al gato y de amenazar a los trabajadores o de exhibir ilimitada
autosuficiencia o de innecesaria soberbia. Ahora es cuando deben demostrar su
vocación de servicio y no, de servirse del cargo para fines de beneficio y de
riqueza personales.
Administración pública y
administración privada.
La gestión pública es
realización de la ley y sus fines y objetivos son la rentabilidad social. Ello
supone distinguir lo técnico de lo político. No se trata de la administración
de un negocio privado, cuyo objetivo fundamental es la rentabilidad económica,
con un ámbito amplio para la toma de las decisiones. En cambio, la gestión
pública está predeterminada, su
actuación limitada por la competencia y por
un complejo de convenciones para lograr el equilibrio institucional. A la
gestión privada le importa más el aprovechamiento de los costos de oportunidad
y la maximización de la rentabilidad; mientras a la administración pública le
corresponde el sostenimiento del equilibrio social, macro económico, la seguridad y el bienestar
general.
De
allí que resulte una huachafería el pretender mejorar la gestión pública, homologando las
denominaciones de los cargos de dirección o lo regímenes legales del personal
haciendo de los funcionarios públicos funcionarios privados, desconociendo la
diferencia de los fines. Peor todavía, organizar los servicios públicos bajo el
régimen propio de empresas privadas, generándose híbridos que no son ni
empresas de derecho público ni empresas de derecho privado.
Democracia, Planificación y Acción
Los gobiernos
regional y local han de partir del concepto y del hecho de que sus gestiones
han de conducirse en un armonioso discurrir entre autoridades y población
civil, para cuyos fines la ley ha facilitado la necesaria organización. Por
otra parte han de mantenerse las necesarias comunicaciones internas y externas,
de modo que las decisiones sean conocidas, realimentadas, adoptadas y
ejecutadas armoniosamente. Todo el proceso ha de conducirse sobre la base de
planes y programas que se traducen en el presupuesto y se proyectan en su
ejecución. La supervisión y el control cautelarán el buen uso de los recursos y
estas tareas tienen que ver con la indispensable honestidad de la gestión.
Por el bien de la
región y de las municipalidades todos hemos de contribuir al éxito de sus
gobiernos.
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